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echa encima toda la inmundicia, en la creencia de que de ese modo uno se libera de su
propia suciedad.
Sin embargo, la basura que lanzo sobre otros sigue estando pegada como una costra
a mi vida. En vez de echarla sobre los otros, debería ponerme yo bajo la ducha.
Lanzando basura, la sociedad no se limpia. Solo cuando estoy dispuesto a limpiarme yo
mismo se crea en torno a mí una atmósfera distinta.
En una sociedad en la que cada persona que destaca públicamente se convierte en
un chivo expiatorio, sobre el que se descargan los propios trapos sucios, son cada vez
menos los que están dispuestos a asumir responsabilidades.
Internet ha abierto puertas completamente nuevas a esa posibilidad de enfangar a
otros. Cualquiera puede colgar en Internet su opinión y su crítica a otras personas. En
Internet, ese lanzamiento es con frecuencia anónimo. No es la persona que ha lanzado la
suciedad la que tiene que justificarse, sino aquella a la que se le ha lanzado.
Da lo mismo que sea en Internet o en otros medios donde se hace esto: el
mecanismo del chivo expiatorio lleva a sacrificar un chivo expiatorio tras otro. Sin
embargo, en todo ese proceso la sociedad sigue siendo la antigua. Nada cambia. Más
bien, todo el mundo escurre el bulto para no hacerse el blanco de ningún lanzador de
basura.
Cuando se lee el lenguaje de muchos de estos expertos de la inmundicia, uno se
estremece ante su agresividad, pero, sobre todo, ante su primitivismo. Con mucha
frecuencia, ya no redactan ni una sola frase correcta. Y este lenguaje prostituido, encima,
muchas veces alardea de ser «la conciencia de la nación». Cuando oigo tales
expresiones, añoro a las personas que todavía exhiben cultura en su lenguaje: personas
en cuyo lenguaje se puede percibir aprecio y esmero, y también belleza y creatividad.
En la filosofía de la religión se ha juzgado de modo plenamente positivo el
mecanismo del chivo expiatorio. Los filósofos de la religión dicen que el mecanismo del
chivo expiatorio purifica o al menos descarga a la sociedad. Sin embargo, la diferencia
entre el mecanismo del chivo expiatorio que practicaron los judíos para limpiar a la
sociedad del pecado y el de otros chivos expiatorios es la siguiente: el chivo expiatorio
sobre el que los judíos volcaban toda la culpa del pueblo era inocente. Esto lo sabían los
sacerdotes y los que participaban en este rito. De este modo, el chivo expiatorio,
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