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acta ordinis fratrum minorum - OFM

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A07nterno:ACTAORDINIS 16/5/07 16:36 Page 2222AN. CXXVI – IANUARII-APRILIS 2007 – FASC. IPara situarnos: Algunas paradojasHablar hoy de la autoridad no resulta fácilni cómodo, más bien todo lo contrario.Esta dificultad e incomodidad se debe, almenos en parte, a que comúnmente el términoautoridad evoca otro que en realidades ex<strong>acta</strong>mente su deformación: autoritarismo.Esto no deja de ser paradójico. De hechomientras etimológicamente autoridad indicala instancia que “hace crecer”, en el lenguajecomún a menudo se transforma en sinónimode un poder impuesto que limita laautorrealización o la misma libertad, perpetuando,de este modo, el infantilismo o minoríade edad más allá de lo normal.Todo esto provoca una “sospecha”, quebien podemos decir generalizada, ante laautoridad; una reacción, también bastantegeneralizada, con un mensaje que, abierta oveladamente, invita a liberarse, a emanciparse,a pensar y decidir por uno mismo.Esto explica en gran parte un hecho reconocidopor muchos: la crisis en que se encuentranla autoridad y la obediencia. Tambiénexplicaría el hecho de que muchos nosólo no deseen sino que incluso rechacenasumir cualquier tipo de autoridad/responsabilidad.Otra paradoja en relación con la autoridades que a veces ésta es pensada comoprivilegio en favor de quien la ejerce o dequien ayuda a conseguirla. Tampoco estono deja de ser extraño, ya que si autoridadsignifica, como ya hemos dicho, “hacer crecer”,desde el Evangelio y la espiritualidadfranciscana, no es en relación con quien esinvestido de autoridad, sino de aquellos quele son confiados.Esta concepción de la autoridad comoprivilegio es lo que explica que algunos labusquen por todos los medios, aún lo menosevangélicos, como las “alianzas” o “grupos”,que en vez de unir dividen; o que sehaga una “política”, que no dudamos en definir“sucia”, cuyo objetivo es hacerse conla “autoridad”, cueste lo que cueste, paraluego sacar provecho.¿Qué hacer para devolver a la autoridadel sentido original de “hacer crecer” a aquellosque han sido confiados a quienes la hanrecibido?Ejercer la autoridad es servirAquellos que han sido colocados sobrelos demás (Adm 4, 2), son llamados a servir.El paradigma, el único a seguir en laIglesia y en la Orden, para quienes han sidollamados a “presidir” a los hermanos, es elde Jesús. Él, Señor y Maestro (Jn 13, 14), sehace siervo: No he venido a ser servido, sinoa servir (Mt 20, 28). Él, siendo de condicióndivina, no retuvo ávidamente el serigual a Dios. Sino que se despojó de sí mismotomando la condición de siervo (Fil 2,6-7), y llegada la hora de pasar de estemundo al Padre (Jn 13, 1), lavó los pies asus discípulos, para que nosotros nos lavemoslos pies unos a otros (Jn 13, 14). Él novino a dominar, sino a servir y a dar su vidacomo rescate por muchos (Mt 20, 28).La tentación de utilizar la autoridad enpropio beneficio y del abuso de la propiaautoridad no sólo se da en los no cristianos;es igualmente un riesgo para el cristiano,como lo ha sido ya para los discípulos (cf.Mt 20, 25-27). Como tentación está vinculadatambién al cargo de “superior” en laOrden. Bien consciente de ello, Franciscoadvirtió, en repetidas ocasiones, sobre talpeligro, que amenaza el objetivo mismo dela vida franciscana:• Y el ministro procure proveer tal comoquerría que se hiciese con él si se encontraseen caso semejante. Y nadie sea llamadoprior, mas todos sin excepción llámensehermanos menores. Y lávense eluno al otro los pies (cf. Jn 13, 14 (1R 6,2-3).• Y recuerden los ministros que dice el Señor:‘No vine a ser servido sino a servir’(Mt 20, 28) (1R 4, 6).• Y ningún ministro [...] se apropie el serministro de los hermanos (1R 17, 4).• Y los ministro acójanlos caritativa y benignamente,y tengan para con ellos unafamiliaridad tan grande, que puedan loshermanos hablar y comportarse con losministros como señores con sus siervos;pues así debe ser, que los ministros sean

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