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Con el dinero, Jack es como un niño <strong>–</strong>continúa.<br />
Bensusan y la Sociedad de Derecho han entrado en escena porque es<br />
gente que quiere salvar a su padre, gente de los viejos tiempos, cuando<br />
su padre era interventor de alquileres, antes de que los nacionalistas se<br />
hicieran con el poder. Tienen buena disposición con su padre, no<br />
quieren que vaya a la cárcel. Por los viejos tiempos, y porque tiene<br />
esposa y niños, mirarán hacia otro lado ante ciertas cosas, llevarán a<br />
cabo ciertos convenios. Puede ir reembolsando lo que debe durante<br />
cinco años; después se pasará página, el asunto estará olvidado.<br />
Su madre busca asesoría legal. Le gustaría separar sus bienes de los de<br />
su marido antes de que les golpee algún nuevo desastre: la mesa del<br />
salón, por ejemplo; la cómoda con el espejo; la mesa de madera para<br />
el café que le regaló la tía Annie. Le gustaría que el contrato<br />
matrimonial, que hace a los dos responsables de las deudas del otro,<br />
fuera rectificado.<br />
Pero resulta que los contratos matrimoniales son inamovibles. Si su<br />
padre se hunde, su madre se hunde también, ella y sus niños.<br />
A Eksteen y al mecanógrafo se los despacha; el bufete de Goodwood ha<br />
cerrado. Nunca llega a descubrir qué ocurre con la ventana verde de las<br />
letras doradas. Su madre continúa enseñando. Su padre empieza a<br />
buscar trabajo. Todas las mañanas sale puntual a las siete para la<br />
ciudad. Pero una hora o dos más tarde <strong>–</strong>ese es su secreto<strong>–</strong>, cuando<br />
todos los demás han dejado la casa, está de vuelta. Se pone otra vez el<br />
pijama y se mete en la cama con el crucigrama del Cape Times, media<br />
botella de brandy y una jarra de agua. A las dos de la tarde, antes de<br />
que los demás regresen, se viste y se va al club.<br />
El club se llama Wynberg Club, pero en realidad es solo parte del<br />
Wynberg Hotel. Allí su padre come y se pasa la tarde bebiendo. En<br />
algún momento pasada la medianoche <strong>–</strong>el ruido lo despierta, no<br />
duerme muy profundamente<strong>–</strong>, un coche se para ante la casa, la puerta<br />
de la entrada se abre, su padre pasa y va directo al lavabo. Luego, de<br />
la habitación de sus padres vienen ráfagas de acalorados murmullos.<br />
Por la mañana hay manchas de color amarillo oscuro en el suelo del<br />
lavabo y en la tapa del váter, y un olor dulzón nauseabundo.<br />
Escribe una nota y la pone en el retrete:<br />
POR FAVOR, LEVANTA LA TAPA.<br />
No hacen caso. Orinar sobre la tapa del retrete se convierte en el último<br />
acto desafiante de su padre contra una mujer y unos niños que ya no le<br />
dirigen la palabra.