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ealidad, Trevelyan, que era de constitución rubicunda y estaba<br />
empezando a echar tripa, se fue poniendo más y más rojo mientras le<br />
daba con la correa, resollando a cada golpe, esforzándose por sentir la<br />
misma rabia que cualquier afrikaner. ¿Cómo puede Trevelyan,<br />
entonces, cuadrar en la teoría de que los ingleses son buenos?<br />
Todavía tiene una deuda con Eddie, de la cual no ha hablado con nadie.<br />
Después de comprarse la bicicleta Smiths con el dinero de su octavo<br />
cumpleaños y de darse cuenta de que no sabía montar en ella, fue<br />
Eddie quien le empujó por Rosebank Common, dándole órdenes, hasta<br />
que de repente él logró dominar el arte de mantenerse en equilibrio.<br />
Aquella primera vez dio una gran vuelta, pedaleando fuerte para<br />
atravesar el suelo arenoso, hasta regresar a donde Eddie le estaba<br />
esperando. Eddie estaba emocionado y no paraba de dar saltos. «Kan<br />
ek 'n kans kry?», gritó. ¿Me toca a mí ahora? Le pasó la bicicleta a<br />
Eddie. Eddie no necesitó que le empujaran: salió tan rápido como el<br />
viento, de pie sobre los pedales, la raída chaqueta azul marino<br />
flameando a su espalda; montaba mucho mejor que él.<br />
Recuerda cuando jugaba a lucha libre con Eddie en el césped. Aunque<br />
Eddie solo tenía siete meses más que él, y no era más corpulento,<br />
poseía una fuerza nervuda y una determinación que siempre le hacían<br />
salir vencedor. Vencedor, pero humilde en la victoria. Solo por un<br />
momento, cuando tenía a su oponente inmovilizado por la espalda,<br />
desprotegido, se permitía Eddie una sonrisa burlona de triunfo; después<br />
rodaba a un lado, se ponía en pie y luego se agazapaba, listo para el<br />
siguiente asalto.<br />
El olor del cuerpo de Eddie perdura en su interior desde estas peleas, y<br />
también el tacto de su cabeza, el duro cráneo con forma alargada y el<br />
pelo crespo y abundante.<br />
Su padre dice que tienen las cabezas más duras que los blancos. Por<br />
eso son tan buenos en boxeo. Por la misma razón, afirma, nunca serán<br />
buenos en rugby. En el rugby tienes que ser rápido de pensamiento, no<br />
puedes ser un cabeza hueca.<br />
Durante sus combates llega un momento en que tiene los labios y la<br />
nariz pegados al pelo de Eddie. Respira su olor, su sabor: el olor, el<br />
sabor del tabaco.<br />
Todos los fines de semana Eddie tenía que bañarse de pie en el barreño<br />
del lavabo de los sirvientes, frotándose con un trapo enjabonado. El y<br />
su hermano arrastraban un cubo de basura hasta el ventanuco y se<br />
subían encima para echar una mirada furtiva. Excepto por su cinturón<br />
de cuero, aún sujeto a su cintura, Eddie estaba desnudo. Al ver las dos<br />
caras en la ventana, se le dibujaba una amplia sonrisa y gritaba «Hé!»