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Coetzee, J.M. – Infancia

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Está deseando quitarse de encima su atención sin desvelo. Puede que<br />

llegue un momento en que para conseguirlo tenga que afirmarse,<br />

rechazarla tan brutalmente que, del sobresalto, ella se vea obligada a<br />

dar marcha atrás y soltarlo. Sin embargo, solo tiene que pensar en ese<br />

momento, imaginar su mirada de sorpresa, sentir su dolor, para que lo<br />

anegue la culpa. Entonces haría cualquier cosa por suavizar el golpe:<br />

consolarla, prometerle que nunca se marchará lejos.<br />

Al sentir su dolor, al sentirlo tan íntimamente como si él fuera una parte<br />

de ella, y ella una parte de él, sabe que ha caído en una trampa de la<br />

cual no puede escapar. ¿De quién es la culpa? El la culpa a ella, está<br />

enfadado con ella, pero también se avergüenza de su ingratitud.<br />

«Querer»: eso es lo que realmente es querer, esta jaula en la que él se<br />

revuelve enloquecido, como un pobre mandril. ¿Qué puede saber la<br />

inocente e ignorante tía Annie del querer, del amor? El sabe mil veces<br />

más del mundo que ella, que desperdició su vida por el loco manuscrito<br />

de su padre. Él tiene un corazón viejo, oscuro y endurecido, un corazón<br />

de piedra. Ese es su despreciable secreto.<br />

15<br />

Su madre estuvo un año en la universidad antes de que tuviera que<br />

dejarles paso a sus hermanos menores. Su padre es un abogado<br />

competente: trabaja para Standard Canners solo porque hacerse con<br />

una clientela (eso le cuenta su madre) costaría más dinero del que<br />

disponen. Aunque culpa a sus padres por no haberlo criado como a un<br />

niño normal, él está orgulloso de la educación que tienen ellos.<br />

Por el hecho de que siempre se habla en inglés en casa, y por ser<br />

siempre el primero en inglés en el colegio, se ve a sí mismo como<br />

inglés. Aunque su apellido es afrikaner, aunque su padre es más<br />

afrikaner que inglés, aunque él mismo habla afrikaans sin acento inglés,<br />

nunca podría pasar por afrikaner. El afrikaans que domina es fino e<br />

incorpóreo; existe todo un denso mundo de jergas y alusiones que<br />

dominan los chicos afrikaners auténticos <strong>–</strong>del cual las obscenidades solo<br />

son una parte<strong>–</strong> y al que no tiene acceso.<br />

Los afrikaners tienen en común además una determinada forma de ser:<br />

mal genio, intransigencia, y, en estrecha relación con esto, la amenaza<br />

de la fuerza física (él los ve como rinocerontes, enormes, pesados, muy<br />

fibrosos, golpeándose ruidosamente unos contra otros al cruzarse); es<br />

una forma de ser que él no comparte y de la que, de hecho, huye.<br />

Empuñan sus expresiones como un garrote contra sus enemigos. Por la<br />

calle conviene evitarlos cuando van en grupo; pero incluso cuando van<br />

solos tienen un aire agresivo, amenazante. Algunas veces, cuando los

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