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Coetzee, J.M. – Infancia

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No le gusta cuando se cruza con Lientjie en el pasillo y ella tiene que<br />

hacer como si fuera invisible y él tiene que hacer como si ella no<br />

estuviera allí. No le gusta ver a Tryn de rodillas en el lebrillo lavándole<br />

la ropa. No sabe cómo contestarle cuando ella se dirige a él hablándole<br />

de usted, llamándole die kleinbaas, el señorito, como si él no estuviera<br />

presente. Todo es profundamente vergonzoso.<br />

Resulta más fácil con Ros y Freek. Pero incluso con ellos ha de hablar<br />

utilizando frases de construcción tortuosa para evitar tutearlos cuando<br />

ellos le llaman kleinbaas, señor. No está seguro de si Freek cuenta<br />

como un hombre o como un chico, de si está haciendo el tonto cuando<br />

trata a Freek como a un hombre. Con la gente de color en general, y<br />

con la del Karoo en particular, simplemente no sabe cuándo dejan de<br />

ser niños y se convierten en adultos. Ocurre tan pronto, tan de repente:<br />

un día están jugando con juguetes y al siguiente están fuera con los<br />

hombres, trabajando, o en la cocina de alguien, fregando platos.<br />

Freek es educado y de hablar pausado. Tiene una bicicleta de<br />

neumáticos anchos y una guitarra; por las noches se sienta fuera de su<br />

habitación y toca la guitarra para sí mismo, sonriendo con su sonrisa<br />

lejana.<br />

Los sábados por la tarde se va con la bicicleta a la reserva de los de<br />

color a las afueras de Fraserburg Road. Se queda allí hasta el domingo<br />

por la tarde, y no vuelve hasta mucho después de que haya<br />

anochecido: a kilómetros de distancia ven la manchita de luz diminuta y<br />

ondulante del faro de su bicicleta. A él le parece una hazaña cubrir en<br />

bicicleta esa inmensa distancia. Si pudiera, le rendiría culto a Freek<br />

como a un héroe.<br />

Freek es un jornalero, se le paga un salario, se le puede despachar sin<br />

muchas explicaciones. Sin embargo, cuando ve a Freek en cuclillas, con<br />

la pipa en la boca y la mirada perdida en el veld, piensa que este<br />

hombre pertenece a ese sitio mucho más que los <strong>Coetzee</strong>; si no a<br />

Vóelfontein, al menos al Karoo. El Karoo es el país de Freek, su hogar;<br />

los <strong>Coetzee</strong>, bebiendo té y murmurando en el porche de la granja, son<br />

como las golondrinas, pasajeras, hoy aquí y mañana allá, o incluso<br />

como los gorriones, piando alegremente, de pies ligeros, de vida corta.<br />

Lo mejor de todo en la granja, mejor que cualquier otra cosa, es la<br />

caza. Su tío solo tiene un arma, una pesada Lee<strong>–</strong>Enfield .303 que<br />

dispara unas balas demasiado grandes para cualquier tipo de caza (una<br />

vez su padre disparó con ella a una liebre y no quedaron más que<br />

despojos ensangrentados). Así que cuando él visita la granja toman<br />

prestada de uno de los vecinos una vieja .22. Lleva un único cartucho,<br />

que se carga directamente en la recámara; algunas veces se dispara y

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