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sentimiento de ser comprendido por fin, de no tener que fingir?<br />
Durante todo el día y también al día siguiente los esquiladores trabajan,<br />
parando apenas para comer, retándose unos a otros para comprobar<br />
quién es el más rápido. Cuando llega la noche del segundo día todo el<br />
trabajo está terminado, todas las ovejas de la granja han sido<br />
esquiladas. El tío Son saca una bolsa de lona llena de billetes y<br />
monedas, y paga a cada esquilador según el recuento de judías. Después<br />
hay otro fuego, otro banquete. A la mañana siguiente ya se han<br />
ido y la granja puede recobrar su ritmo lento de siempre.<br />
Las pacas de lana son tantas que el cobertizo está a rebosar. El tío Son<br />
va de una a otra con una plantilla y una almohadilla de tinta, pintando<br />
en cada una su nombre, el nombre de la granja, la clase de lana. Días<br />
después llega un camión enorme (¿cómo se las arregló para cruzar por<br />
la arena del Boesinansrivier, donde se atascan incluso los coches?),<br />
cargan las pacas y se las llevan lejos.<br />
Ocurre todos los años. Todos los años llegan los esquiladores, todos los<br />
años hay aventura y nerviosismo. Nunca terminará; no hay ninguna<br />
razón por la que deba terminar, mientras haya años.<br />
La palabra secreta y sagrada que lo ata a la granja es «pertenencia».<br />
Cuando está solo en medio del veld puede pronunciar las palabras en<br />
voz alta: «La granja es el lugar al que pertenezco». Lo que cree de<br />
verdad pero no profiere, lo que guarda para sí por miedo a que se<br />
rompa el hechizo, es otra forma de decir la misma frase: «Yo<br />
pertenezco a la granja».<br />
No se lo dice a nadie porque esa frase se puede confundir muy<br />
fácilmente, se puede tornar a la inversa muy fácilmente: «La granja me<br />
pertenece». La granja nunca le pertenecerá, nunca será más que un<br />
visitante: lo acepta. Pensar que realmente pueda vivir en Vóelfontein,<br />
que pueda llamar a la gran casa vieja su hogar, que ya no tenga que<br />
pedir permiso para hacer lo que le apetezca, le da vértigo; aparta ese<br />
pensamiento de sí. «Yo pertenezco a la granja»: eso es a lo más lejos a<br />
lo que puede llegar, incluso en lo más recóndito de su alma. Pero en lo<br />
más recóndito y secreto de su alma sabe lo que la granja a su modo<br />
sabe también: que Vbelfontein no pertenece a nadie. La granja es más<br />
grande que cualquiera de todos ellos. La granja es eterna. Cuando<br />
todos estén muertos, incluso cuando la casa esté en ruinas como lo<br />
están los rediles de la colina, la granja seguirá aquí.<br />
Una vez, en el veld, lejos de la casa, se agacha y se frota las palmas en<br />
la arena como si se las estuviera lavando. Es un ritual. Está inventando<br />
un ritual. Aún no sabe lo que significa el ritual, pero le alivia saber que