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Coetzee, J.M. – Infancia

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Malan ha dicho en el parlamento.<br />

Lo que más detesta de Worcester, lo que le hace tener más ganas de<br />

huir de allí, es la rabia y el resentimiento que él siente que está<br />

naciendo entre los chicos afrikaners. Teme y aborrece a los grandes<br />

chicos afrikaners de pies descalzos, con sus pantalones cortos y<br />

estrechos, y sobre todo a los mayores que, si tienen la menor ocasión,<br />

te llevan a un lugar apartado del veld y te atacan; ¿de qué manera?, ha<br />

oído alusiones por lo bajo: borsel, por ejemplo, que te cepillen. Por lo<br />

que él ha podido averiguar hasta ahora, que te cepillen quiere decir que<br />

te bajan los calzones y te untan betún en los huevos (pero ¿por qué en<br />

los huevos?, ¿por qué betún?), y te dejan en la calle medio desnudo y<br />

lloriqueando.<br />

Los chicos afrikaners comparten un saber, extendido por los estudiantes<br />

de magisterio que visitan las escuelas, y que está relacionado con la<br />

iniciación y con lo que ocurre durante ella. Los afrikaners cuchichean al<br />

respecto con tanta excitación como lo hacen acerca de los castigos con<br />

la vara. Lo que llega a sus oídos le repugna: pulular en pañales, por<br />

ejemplo, o beber orina. Si eso es lo que hay que hacer para convertirse<br />

en profesor, prefiere renunciar a serlo.<br />

Se rumorea que el gobierno va a ordenar que se traslade a las clases<br />

de afrikaners a los escolares que tengan apellido afrikaner. Sus padres<br />

lo comentan en voz baja; es obvio que están preocupados. En cuanto a<br />

él, siente pánico solo de pensar que tiene que irse a una clase de<br />

afrikaners. Le dice a su padre que no obedecerá. Se negará a ir al<br />

colegio. Ellos tratan de calmarlo. «No pasará nada <strong>–</strong>le dicen<strong>–</strong>. Solo son<br />

rumores. Pasarán años antes de que hagan algo así.» No logran<br />

tranquilizarlo.<br />

Se entera de que serán los inspectores del colegio los que se ocupen de<br />

sacar a los falsos ingleses de las clases inglesas. Vive temiendo el día<br />

en que el inspector llegue, deslice el dedo por la lista, diga su nombre<br />

en voz alta y le pida que recoja sus libros. Ha trazado cuidadosamente<br />

un plan para ese día. Recogerá sus libros y saldrá de clase sin<br />

protestar. Pero no irá a la clase de los afrikaners. Caminará<br />

tranquilamente, para no llamar la atención, hasta el cobertizo de las<br />

bicicletas, sacará la suya y pedaleará a casa tan rápido que nadie lo<br />

podrá atrapar. Cuando llegue cerrará la puerta de la casa con llave y le<br />

dirá a su madre que no piensa volver al colegio y que si ella lo<br />

traiciona, se suicidará.<br />

Tiene una imagen del doctor Malan grabada en la mente. La cara<br />

redonda y lampiña del doctor Malan, sin rasgos de comprensión o de

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