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Coetzee, J.M. – Infancia

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cartón. Es la primera vez que él entra en el cuarto de la tía Annie. Hay<br />

cuadros en las paredes, fotografías enmarcadas de hombres y mujeres<br />

de mirada dura, adusta: los Brecher, los Du Biel, sus antepasados.<br />

<strong>–</strong>¿Por qué no puede irse a vivir con el tío Albert?<br />

<strong>–</strong>Porque Kitty no puede cuidar de dos personas ancianas y enfermas a<br />

la vez.<br />

<strong>–</strong>Yo no quiero que viva con nosotros.<br />

<strong>–</strong>No va a vivir con nosotros.<br />

<strong>–</strong>Entonces, ¿dónde va a vivir?<br />

<strong>–</strong>Le buscaremos una residencia.<br />

<strong>–</strong>¿Qué quieres decir con «una residencia»?<br />

<strong>–</strong>Una residencia, una residencia, una residencia para ancianos.<br />

El único cuarto que le gusta del piso de la tía Annie es el de los trastos.<br />

En el cuarto de los trastos hay periódicos y cajas de cartón apilados<br />

hasta el techo. Hay estanterías repletas de libros, siempre el mismo: un<br />

libro pequeño y grueso encuadernado con tapas rojas, impreso en el<br />

papel grueso y basto que se usa para los libros en afrikaans y que<br />

parece papel secante con motas de broza y cagadas de mosca. El título<br />

del lomo es Ewige Genesing; en la cubierta aparece el título entero:<br />

Deur 'n gevaarlike krankheid tot ewige genesing, De una enfermedad<br />

incurable a la curación eterna. Lo escribió su bisabuelo, el padre de la<br />

tía Annie; al libro <strong>–</strong>ha escuchado la historia muchas veces<strong>–</strong> ha dedicado<br />

ella la mayor parte de su vida, primero traduciendo el manuscrito del<br />

alemán al afrikaans, y luego gastando sus ahorros en pagar a una<br />

imprenta de Stellenbosch para imprimir cientos de ejemplares, y a un<br />

encuadernador para encuadernar algunos, y luego peregrinando por las<br />

librerías de Ciudad del Cabo. Como no pudo convencer a las libreros de<br />

que vendieran el libro, ella misma fue de casa en casa. Los que quedan<br />

están aquí, en las estanterías del cuarto de los trastos; las cajas<br />

contienen los pliegos sin encuadernar.<br />

El ha intentado leer Ewige Genesing, pero es demasiado aburrido. En<br />

cuanto Balthazar du Biel emprende la historia de su infancia en<br />

Alemania, la interrumpe con largos informes sobre luces en el cielo y<br />

voces que le hablan desde las alturas. Todo el libro parece igual: unos<br />

fragmentos sobre su persona seguidos de prolijas descripciones de lo<br />

que le decían las voces.<br />

Él y su padre bromean buenos ratos sobre la tía Annie y su padre<br />

Balthazar du Biel. Repiten el título de su libro con la entonación<br />

sentenciosa y cantarina de los predicadores, alargando las vocales: «De<br />

unaaa enfermedaaad incuraaable a la curación eteeerna».<br />

<strong>–</strong>¿El padre de la tía Annie estaba loco? <strong>–</strong>le pregunta a su madre.

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