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asiente.<br />
Van a cazar el legendario paanw. Sin embargo, como los paauw solo se<br />
ven una o dos veces al año <strong>–</strong>son tan raros, de hecho, que si te<br />
descubren disparándoles te obligan a pagar una multa de cincuenta<br />
libras<strong>–</strong>, deciden cazar korhaan. Llevan a Ros de caza porque como es<br />
un bosquimano, o casi un bosquimano, tiene que poseer una mirada<br />
muy aguda por naturaleza.<br />
Y de hecho Ros es el primero en dar una palmada en el techo del coche<br />
para avisar de que ha divisado a los korhaan: aves pardogrisáceas del<br />
tamaño de los pollos que van saltando entre los matorrales en grupos<br />
de dos o tres. La Studebaker hace un alto: su padre apoya la .303 en la<br />
ventanilla y toma aire. El ruido seco del disparo resuena a todo lo largo<br />
y ancho del campo. A veces los pájaros, asustados, alzan el vuelo; por<br />
lo general, sin embargo, tan solo empiezan a corretear más rápido,<br />
emitiendo su característico gorjeo. En realidad, su padre nunca le ha<br />
dado a un korhaan, así que él nunca ha visto de cerca a uno de estos<br />
pájaros («avutardas de matorral», dice el diccionario afrikaans<strong>–</strong>inglés).<br />
Su padre fue tirador en la guerra: manejaba una ametralladora Bofor<br />
antiaérea con la que disparaba a los aviones alemanes e italianos. Él se<br />
pregunta si alguna vez derribó un avión: nunca alardea de ello. ¿Cómo<br />
pudo llegar a ser tirador? Carece de dotes para serlo. ¿Es que se les<br />
asignaban a los soldados las tareas al azar?<br />
La única variedad de caza que sí les resulta exitosa es la caza nocturna,<br />
que, pronto lo descubre, es algo vergonzoso de lo que no hay que<br />
jactarse. El método es sencillo. Después de la cena se montan en la<br />
Studebaker y el tío Son conduce en la oscuridad a través de los campos<br />
de alfalfa. En un punto determinado se para y enciende los faros. A no<br />
más de tres metros hay un antílope quieto, con las orejas tiesas<br />
apuntando hacia ellos y los ojos deslumbrados reflejando luces.<br />
«Skiet!», le susurra su tío. ¡Dispara! Su padre dispara y el antílope cae.<br />
Se dicen a sí mismos que es aceptable cazar de ese modo porque los<br />
antílopes son una plaga, se comen la alfalfa que debería ser para las<br />
ovejas. Pero cuando el chico ve lo pequeño que es el antílope, no más<br />
grande que un perro de lanas, sabe que es un argumento falso. Cazan<br />
de noche porque no son lo bastante buenos para cazar de día.<br />
Por otra parte, la carne de antílope, macerada en vinagre y después<br />
asada (observa a su tía hacer hendeduras en la carne y rellenarlas con<br />
clavo y ajo), está todavía más rica que la de cordero, de sabor fuerte y<br />
tierna, tan tierna que se deshace en la boca.