UN TRISTE CIPRÉS Agatha Christie - GutenScape.com
UN TRISTE CIPRÉS Agatha Christie - GutenScape.com
UN TRISTE CIPRÉS Agatha Christie - GutenScape.com
Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
Digitalizado por kamparina para Biblioteca-irc en Enero de 2.004<br />
http://biblioteca.d2g.<strong>com</strong><br />
Poirot movió la cabeza e hizo un ruido con la lengua.<br />
—Sí —continuó mistress Bishop, estimulada por ese chasquido<br />
alentador—. Iba decayendo la pobrecita, y esa joven consiguió, con<br />
sus intrigas, ganar su confianza. Ella sabía lo que le convenía. Estaba<br />
siempre pegada a su lado, le leía y le traía ramos de flores. Todo era<br />
Mary aquí y Mary allí. «¿Dónde está Mary?» ¡Cuánto dinero gastó en<br />
ella! La mandó a los colegios más caros del país... ¡Y la muchacha no<br />
era más que la hija del viejo Gerrard, el conserje! ¡A él no le gustaba<br />
todo eso! ¡Puedo asegurárselo! ¡Solía quejarse de sus maneras<br />
demasiado señoriales. Vivía por encima de su categoría.<br />
Esta vez Poirot movió la cabeza y dijo con tono de lástima:<br />
—¡Caramba! ¡Caramba!<br />
—Y luego, ¡cómo trataba de enganchar a mister Roddy! Él era<br />
demasiado noble, demasiado simple, para ver lo que ella pretendía. Y<br />
miss Elinor, una muchacha franca y noble, desde luego, no se daba<br />
cuenta de lo que ocurría. Pero los hombres son todos iguales: ¡fáciles<br />
de atrapar con una cara melosa y bonita!<br />
Poirot suspiró:<br />
—Supongo que tendría algunos admiradores.<br />
—Por supuesto. Ted, el hijo de Rufus Bigland, un muchacho muy<br />
simpático. Pero la señorita estaba demasiado elevada para él. ¡Yo no<br />
soportaba tales aires de grandeza!<br />
Poirot preguntó:<br />
—¿No estaba enojado por la manera <strong>com</strong>o ella le trataba?<br />
—Sí, en efecto. La acusó de que coqueteaba con Roddy. Lo sé de<br />
cierto. ¡No censuro al muchacho por resentirse de ello!<br />
—Yo tampoco —declaró Poirot—. Me interesa usted enormemente,<br />
mistress Bishop. Algunas personas tienen la facilidad de presentar las<br />
características humanas clara y vigorosamente en unas cuantas<br />
palabras. Ahora tengo, por fin, una imagen clara de Mary Gerrard.<br />
—Tenga en cuenta —advirtió mistress Bishop— que no estoy diciendo<br />
ni una palabra en contra de la muchacha. Yo no haría nunca<br />
semejante cosa, mayormente encontrándose enterrada. Pero ¡no hay<br />
duda de que produjo muchos disgustos!<br />
Poirot murmuró:<br />
—Yo me pregunto: ¿cómo habría terminado esto?<br />
—¡Eso es lo que digo! —exclamó mistress Bishop—. Si mi querida<br />
ama no hubiese muerto (por terrible que fuera el golpe entonces,<br />
ahora veo que fue una suerte), no sé cómo habría terminado esto.<br />
Poirot dijo:<br />
—¿Quiere usted decir...?<br />
Mistress Bishop dijo solemnemente:<br />
—Lo conozco por experiencia. Mi propia hermana estaba sirviendo<br />
cuando ocurrió. Cuando el viejo coronel Randolph murió, dejó toda su<br />
fortuna a una mala pécora que vivía en Eastbourne; y, una vez, la