UN TRISTE CIPRÉS Agatha Christie - GutenScape.com
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Digitalizado por kamparina para Biblioteca-irc en Enero de 2.004<br />
http://biblioteca.d2g.<strong>com</strong><br />
envolvió en una hoja de papel blanco.<br />
Peter Lord exclamó:<br />
—¡Es extraño, Dios mío!... ¡Son cerillas alemanas!<br />
Hércules Poirot añadió:<br />
—Y Mary Gerrard había estado en Alemania no hace mucho...<br />
Peter Lord dijo con satisfacción:<br />
—¡Ya tenemos una pista definida!... ¡No me lo negará!<br />
El detective dijo lentamente:<br />
—Tal vez...<br />
—Pero, hombre..., ¿quién, de estos lugares, pudo traer cerillas<br />
alemanas?<br />
Hércules Poirot respondió:<br />
—Está bien..., está bien...<br />
Con una expresión de perplejidad en sus ojos astutos, el detective<br />
contempló la ventana desde el sitio en que se hallaba.<br />
Dijo:<br />
—No me parece todo tan sencillo <strong>com</strong>o usted cree. Hay una gran<br />
dificultad. ¿No la ve usted mismo?<br />
—No. Dígame cuál...<br />
Poirot suspiró:<br />
—Venga...<br />
Llegaron junto a la casa. Peter Lord sacó una llave y abrió la puerta<br />
trasera.<br />
Atravesando los lavaderos llegaron a la cocina y luego se detuvieron<br />
en un pasillo, a un lado del cual había un ropero y al otro la<br />
despensa. Los dos hombres entraron en esta última y miraron a su<br />
alrededor.<br />
Observaron las alacenas resguardadas con puertas de cristales.<br />
Vieron un infiernillo de gas y dos cacharros, y en uno de los estantes,<br />
otros tantos botes marcados con las palabras té y café.<br />
Había un vertedero y un barreño para lavar los platos. Frente a la<br />
ventana se hallaba una mesa.<br />
Peter Lord declaró:<br />
—En esta mesa fue donde Elinor Carlisle cortó los emparedados. El<br />
fragmento de la etiqueta de la ampolla de morfina fue encontrado en<br />
esta hendidura del suelo, debajo del vertedero.<br />
Poirot dijo pensativamente:<br />
—Los policías hicieron un buen registro. No dejaron nada por buscar.<br />
Peter Lord habló con vehemencia.<br />
—No hay la menor prueba de que Elinor cogiese la ampolla. Le<br />
aseguro a usted que alguien la estuvo observando desde fuera.<br />
Cuando ella salió para dirigirse al pabellón, la persona que la<br />
acechaba vio su oportunidad, entró, abrió el tubo, redujo algunas<br />
pastillas de morfina a polvo y las echó en el emparedado de encima.<br />
No se dio cuenta, en su apresuramiento, de que un trozo de etiqueta