UN TRISTE CIPRÉS Agatha Christie - GutenScape.com
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Digitalizado por kamparina para Biblioteca-irc en Enero de 2.004<br />
http://biblioteca.d2g.<strong>com</strong><br />
—¿Cómo...? No le <strong>com</strong>prendo bien, señor.<br />
—Quiero decir qué clase de chica era.<br />
—Pues... una muchacha estupenda... Hablaba muy bien y era buena<br />
y honrada... Tal vez pensaba demasiado en sí misma... Mistress<br />
Welman, que en paz descanse, le tomó mucho cariño... En cambio,<br />
su padre no la mimaba con exceso...<br />
Poirot dijo:<br />
—Por lo que he oído, el viejo Gerrard no tenía muy buen genio, ¿eh?<br />
—No le han engañado, no. Siempre estaba gruñendo y maldiciendo...<br />
Eran raras las veces en que nos hablaba <strong>com</strong>o Dios manda.<br />
Poirot asintió. Luego inquirió:<br />
—Dice usted que estaba aquí aquella mañana. ¿En dónde estaba<br />
trabajando?<br />
—En el huertecillo casi todo el tiempo, señor.<br />
—¿Podía ver la casa desde allí?<br />
—No, señor.<br />
El doctor Lord intervino:<br />
—Si alguien hubiese venido a la casa... y se hubiese asomado a la<br />
ventana de la despensa..., ¿le habría visto usted?<br />
—No, señor.<br />
—¿Cuándo se marchó usted a <strong>com</strong>er?<br />
—A la una aproximadamente, señor.<br />
—¿Y no vio usted nada..., a ningún hombre..., o un coche..., o algo<br />
así?<br />
Las cejas del jardinero se arquearon, sorprendido.<br />
—¿Al otro lado de la verja, señor?... Vi el coche de usted..., pero<br />
nada más.<br />
Peter Lord gritó:<br />
—¿Mi coche?... ¡Imposible!... ¡Se ha equivocado usted!... Yo iba en<br />
dirección a Withembury aquella mañana y no regresé hasta las dos.<br />
Horlick parecía perplejo.<br />
—Casi podría asegurar que era su coche, señor —dijo titubeando.<br />
Peter Lord se apresuró a decir:<br />
—Está bien, Horlick. No se preocupe... Adiós.<br />
Él y Poirot continuaron su marcha. Horlick quedóse mirándolos con<br />
fijeza; luego reemprendió su camino con la carretilla.<br />
Peter Lord dijo con suavidad, pero excitado visiblemente:<br />
—Algo... al fin. ¿De quién sería el automóvil que había en la calzada?<br />
Poirot preguntó, con los ojos semicerrados.<br />
—¿De qué marca es su automóvil, doctor?<br />
—Ford... Un Ford diez, de color verdemar... Hay muchos iguales por<br />
aquí...<br />
—¿Y está seguro de que no era el suyo? ¿No se habrá confundido en<br />
la fecha?<br />
—No, no... Aquel día, precisamente, estuve en Withembury... Volví