06.05.2013 Views

UN TRISTE CIPRÉS Agatha Christie - GutenScape.com

UN TRISTE CIPRÉS Agatha Christie - GutenScape.com

UN TRISTE CIPRÉS Agatha Christie - GutenScape.com

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

Digitalizado por kamparina para Biblioteca-irc en Enero de 2.004<br />

http://biblioteca.d2g.<strong>com</strong><br />

que veo.<br />

Las dos mujeres se hallaban ahora junto a las grandes puertas de<br />

hierro. Por la escalera del pabellón apareció un anciano, encorvado,<br />

que descendió fatigosamente los escalones.<br />

La enfermera Hopkins le saludó, jovial:<br />

—¡Buenos días, mister Gerrard!<br />

Efraim Gerrard respondió con enojo:<br />

—¡Bah!<br />

—¡Hace buen tiempo! —se atrevió a decir la enfermera.<br />

—¡Para usted, tal vez; pero no para mí! El lumbago me está<br />

martirizando cruelmente.<br />

—Eso es consecuencia de la humedad de la semana pasada. Con el<br />

tiempo seco que disfrutamos ahora, mejorará mucho.<br />

El aire doctoral de la mujer encolerizó al anciano. Gruñó:<br />

—¡Oh, enfermeras, enfermeras!... ¡Sois todas lo mismo!... ¡Con qué<br />

amabilidad hipócrita tratáis a los que sufrimos..., y qué poco os<br />

importamos! Mire a Mary. Yo creí que aspiraría a algo mejor que a ser<br />

enfermera, con todos esos conocimientos que ha adquirido: alemán,<br />

francés, piano... y esos modales de gran señora que ha traído del<br />

extranjero...<br />

Mary repuso, disgustada:<br />

—¡Qué más quisiera yo que ser enfermera de un hospital!<br />

—Sí... ¡Qué bien ibas a estar!... ¡A ti lo que te gusta es no hacer<br />

nada..., nada de provecho! Te conozco sobradamente.<br />

Mary protestó, con los ojos cuajados de lágrimas:<br />

—¡Eso no es verdad, papá! ¡No tienes motivos para hablar así!<br />

La enfermera Hopkins intervino para poner fin a la disputa:<br />

—Está usted bajo la influencia del tiempo, mister Gerrard. Tengo la<br />

seguridad de que no piensa usted lo que dice. Mary es una chica<br />

excelente y una buena hija para usted.<br />

—No es mi hija... ya..., con ese acento francés o alemán y ese aire de<br />

emperatriz... ¡Puaf!<br />

Miró a su hija con malevolencia, volvió la espalda y regresó al<br />

pabellón.<br />

Mary exclamó, sollozando:<br />

—¿Ve usted, enfermera?... No razona en absoluto... No me ha<br />

querido nunca. Mi pobre madre tenía que defenderme siempre de él...<br />

—No se preocupe —dijo la enfermera amablemente—. Esos<br />

sufrimientos nos los envía Dios para probarnos. Bueno, me marcho,<br />

pues tengo mucho que hacer todavía. ¡Hasta mañana!<br />

Y mientras observaba a la animada figura que se alejaba, Mary<br />

Gerrard pensaba, desesperadamente, que nadie era, en realidad,<br />

bueno o capaz de ayudarla con lealtad. La enfermera Hopkins, a<br />

pesar de su amabilidad, gozaba con exponer un pequeño stock de<br />

vulgaridades y ofrecerlo con aires de novedad.

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!