UN TRISTE CIPRÉS Agatha Christie - GutenScape.com
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Digitalizado por kamparina para Biblioteca-irc en Enero de 2.004<br />
http://biblioteca.d2g.<strong>com</strong><br />
contenido demostraba que Mary no debía de conocer la verdad.<br />
Además, la palabra enviar y no entregar era reveladora. No era a<br />
Mary Gerrard a quien estaba dirigida la carta, sino a otra Mary... A su<br />
hermana Mary Riley, en Nueva Zelanda. La enfermera Hopkins no<br />
había encontrado la carta después de la muerte de Mary Gerrard,<br />
<strong>com</strong>o pretendía. Hacía muchos años que la tenía en su poder. La<br />
recibió en Nueva Zelanda, adonde le fue enviada después de la<br />
muerte de su hermana.<br />
Hizo una pausa, y luego prosiguió:<br />
—Una vez vista la verdad con los ojos del espíritu, el resto era<br />
sencillísimo. La rapidez con que se efectúan los viajes aéreos hizo<br />
posible que viniese un testigo de Nueva Zelanda, que conocía<br />
perfectamente a Mary Draper, y declarase ante el tribunal.<br />
Peter Lord replicó:<br />
—¿Y si se hubiese equivocado...? ¿Si la enfermera Hopkins y Mary<br />
Draper hubiesen sido dos personas distintas?<br />
Poirot repuso con frialdad:<br />
—¡Yo no me equivoco nunca!<br />
Peter Lord lanzó una carcajada.<br />
El detective prosiguió:<br />
—Amigo mío... Ahora sabemos bastantes cosas de esa Mary Riley o<br />
Draper... La Policía de Nueva Zelanda carecía de pruebas suficientes<br />
para formular una acusación formal contra ella. Sin embargo,<br />
llevaban vigilándola algún tiempo cuando ella abandonó<br />
repentinamente el país. Había un paciente suyo, una anciana señora,<br />
que dejó a su querida enfermera Riley un pequeño legado, y el<br />
médico que la asistió observó algo extraño en su muerte repentina. El<br />
esposo de Mary Riley se había asegurado la vida en una cantidad<br />
elevada. Su muerte fue tan repentina <strong>com</strong>o inesperada.<br />
Desgraciadamente para la viuda, el fallecido esposo había olvidado<br />
pagar la póliza del seguro y ella no cobró ni un céntimo. Tal vez haya<br />
habido otras muchas muertes. Lo cierto es que se trata de una mujer<br />
que carece de remordimientos.<br />
»Podemos imaginarnos sin gran esfuerzo las posibilidades que le<br />
sugirió la carta de su hermana. Cuando vio que Nueva Zelanda se le<br />
estaba quedando estrecha, <strong>com</strong>o vulgarmente se dice, se vino a este<br />
país y se estableció con el nombre de Hopkins, antigua colega suya<br />
en el hospital, que murió en el extranjero.<br />
»Su objetivo era Maidensford. Tal vez pensara, en principio, en el<br />
chantaje, pero mistress Welman no era de esas mujeres pusilánimes<br />
que se dejan estafar impunemente, y la enfermera Riley o Hopkins no<br />
lo intentó siquiera. Sin duda, practicó sus averiguaciones y descubrió<br />
que mistress Welman era muy rica y adivinó, o llegó a saber por<br />
cualquier conducto, que todavía no había hecho testamento.<br />
»Así, pues, aquella noche de junio en que la enfermera O'Brien le dijo