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UN TRISTE CIPRÉS Agatha Christie - GutenScape.com

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Digitalizado por kamparina para Biblioteca-irc en Enero de 2.004<br />

http://biblioteca.d2g.<strong>com</strong><br />

—No he dicho que tuviese alguna relación... Lo único que me atrevo a<br />

sugerir es que usted sabe algo a este respecto que no me ha querido<br />

confesar.<br />

—¿Por qué había de hacerlo, si no tiene nada que ver con el crimen?<br />

Poirot se encogió de hombros.<br />

—¿Por qué no lo hace?<br />

—Porque es un secreto que no le concernía más que a ella, y ahora<br />

que está muerta no le interesa a nadie más.<br />

—Si no son más que conjeturas, tal vez no. Pero si tiene usted la<br />

seguridad plena y absoluta de que ese secreto es cierto, entonces...<br />

es muy distinto.<br />

La enfermera dijo, pausadamente:<br />

—No sé con exactitud qué es lo que quiere decir.<br />

Poirot murmuró:<br />

—Yo la ayudaré. La enfermera O'Brien me dijo algo. Luego sostuve<br />

una larga entrevista con mistress Slattery, que posee una memoria<br />

excelente para cosas que sucedieron hace veinte años... Le diré con<br />

exactitud todo lo que ha llegado a mi conocimiento.<br />

Hizo una pausa, y prosiguió:<br />

—Hace veinte años hubo un enredo amoroso entre dos personas. Una<br />

de ellas era mistress Welman, viuda desde hacía algunos años y<br />

mujer capaz de experimentar un amor profundo y apasionado. La<br />

otra, sir Lewis Rycroft, tenía la gran desgracia de que hubiesen<br />

recluido a su mujer en un mani<strong>com</strong>io, víctima de una enfermedad<br />

mental incurable. La ley, en aquellos tiempos, no admitía el divorcio<br />

en tales casos, y lady Rycroft, cuya salud era excelente, podía vivir<br />

hasta los noventa años. Se conocían las relaciones que unían a<br />

nuestros dos personajes, pero ambos eran discretos y supieron<br />

guardar las apariencias. Luego, sir Lewis Rycroft murió en la guerra.<br />

—¿Y bien?<br />

—He pensado —dijo Poirot— que una niña nació después de la<br />

muerte de sir Rycroft, y que esa niña era Mary Gerrard.<br />

La enfermera Hopkins dijo:<br />

—Por lo visto, lo sabe usted todo.<br />

Poirot declaró gravemente:<br />

—Eso es lo que yo pienso. Pero tal vez usted posea pruebas<br />

concretas.<br />

La enfermera permaneció silenciosa, con el ceño fruncido, durante<br />

algunos instantes.<br />

Al fin se levantó, cruzó la habitación y del cajón de una cómoda sacó<br />

un sobre; cerró el cajón y regresó junto a Poirot.<br />

A continuación dijo, entregándoselo:<br />

—Antes de nada le diré cómo llegó a mis manos. Yo tenía ya mis<br />

sospechas: primero, por las consideraciones que mistress Welman<br />

guardaba a la muchacha, y luego, por las habladurías que corrían

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