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UN TRISTE CIPRÉS Agatha Christie - GutenScape.com

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Digitalizado por kamparina para Biblioteca-irc en Enero de 2.004<br />

http://biblioteca.d2g.<strong>com</strong><br />

oportunidad de <strong>com</strong>eter este crimen, excepto la acusada...»<br />

Elinor tenía la sensación de encontrarse rodeada por una niebla<br />

espesísima. A través de ella le llegaban las palabras<br />

«...emparedados...», «...pasta de pescado...», «...la casa vacía...»<br />

Las palabras horadaban la densa capa que cubría los pensamientos<br />

de Elinor... Eran <strong>com</strong>o alfilerazos a través de un velo de algodón<br />

grueso.<br />

El tribunal. Rostros. Filas y filas de rostros. Una faz, en particular, con<br />

gran bigote negro y ojos sagaces. Hércules Poirot, con su cabeza un<br />

tanto reclinada y los ojos semicerrados en actitud meditativa, la<br />

contemplaba.<br />

Ella pensó: «Quiere adivinar por qué lo hice... Intenta leer en mi<br />

cerebro para ver lo que pensé... Lo que sentí. ¿Sentí...? Como si el<br />

cielo se hubiese desplomado sobre mí...»<br />

Cerró los ojos, para volver a abrirlos un segundo después.<br />

«...El rostro de Roddy —pensó ahora —. Su rostro querido, con su<br />

larga nariz..., su boca sensitiva...» ¡Roddy! Siempre Roddy, siempre,<br />

desde que ella podía recordar..., desde aquellos días en Hunterbury<br />

entre las frambuesas..., y allá arriba, en los viveros..., y abajo, junto<br />

al puente, Roddy... Roddy... Roddy...<br />

¡Otros rostros! La enfermera O'Brien con su boca ligeramente abierta,<br />

su rostro fresco y pecoso proyectado hacia adelante. La enfermera<br />

Hopkins, presumida e implacable. El rostro de Peter Lord... ¡Peter<br />

Lord, tan bondadoso, tan sensible..., tan confortante! ¡Y parecía<br />

terriblemente preocupado por ella!... Ella, sin embargo, la figura<br />

principal de esta escena horrible, no parecía interesarse por su<br />

suerte.<br />

Héla aquí, calmosa y fría, apoyada en la barra, sentada en el<br />

banquillo, con una tremenda acusación de asesinato. Se hallaba ante<br />

el tribunal.<br />

Algo se agitó; el velo que oscurecía su cerebro se iba disipando poco<br />

a poco. ¡Ante el tribunal!... ¡La gente!<br />

La gente se inclinaba hacia adelante, con los labios entreabiertos, la<br />

mirada ávida, los ojos fijos en ella. Elinor, con la fruición horrible del<br />

vampiro..., escuchando con una especie de delectación cruel lo que<br />

aquel individuo alto, de nariz hebrea, estaba diciendo de ella.<br />

—Los hechos, en este caso, son facilísimos de seguir, y no existen<br />

contradicciones de ninguna clase. Desde el mismo principio.<br />

Elinor pensaba, entre tanto: «¿El principio..., el principio...? El día en<br />

que recibí aquella carta anónima... ¡Aquél fue el principio de todo!»

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