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Eve (Junior - Juvenil (roca)) (Spanish Edition) - deviantART

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La expresión de mi compañera se dulcificó. Me abrazó con cariño, y<br />

sus brazos me limpiaron de todo sentimiento de culpa.<br />

—Pues claro que no. Eso estaba fuera de duda.<br />

Recostada contra el hombro de Arden, impregnándome del olor a<br />

humedad de su jersey, le dije:<br />

—Pero no soporto que Caleb piense que yo sería capaz de…<br />

—Lo sé, lo sé —aseguró Arden, acariciándome la espalda.<br />

Me enjugué las lágrimas. Cuando estaba en sexto curso, me enfadé<br />

muchísimo con Ruby porque le había comentado a Pip que yo me dedicaba a<br />

«alardear» de mis notas. Pero en vez de decir cómo me sentía, opté por no<br />

hablarle durante dos semanas. Dejé que la herida se infectase y creciese,<br />

agrandando el silencio entre nosotras. Aprendí entonces una lección<br />

fundamental: que una relación entre dos personas se juzga a partir de la<br />

lista de cosas que ambas callan. En ese momento deseaba ver a Caleb,<br />

aunque no fuese más que para explicarle mis sentimientos y decirle cuánto<br />

me habían dolido sus palabras, lo agradecida que estaba por lo que había<br />

hecho, que tenía miedo y estaba confusa y que no era a Leif a quien quería.<br />

A pesar de mí misma y a pesar de las horas que había dedicado al<br />

estudio de la asignatura «Peligros a causa de chicos y hombres», sentía algo<br />

por él; solo por él.<br />

Continuaba apoyando la cabeza en el hombro de Arden cuando la<br />

habitación empezó a temblar, y unas leves sacudidas agitaron mi pecho.<br />

—¿Qué es eso?<br />

—¡Un terremoto! —gritó Silas que pasó corriendo ante nuestra<br />

habitación de la mano de Benny. Estuvo a punto de tropezarse con los<br />

pantalones, excesivamente grandes, sujetos a la cintura con una cuerda y<br />

que le llegaban hasta los pies—. ¡Fuera! ¡Fuera!<br />

Algunos chicos pequeños aparecieron en el tortuoso corredor,<br />

formando una fila, como si hubiesen practicado la maniobra varias veces.<br />

—¿Un terremoto? —dije palpando la inestable pared—. No puede ser.<br />

—Los habíamos experimentado en el colegio, llevándonos un sobresalto que<br />

a veces nos despertaba en plena noche. Pero aquella vibración era más sutil<br />

y no tenía la potencia de un fenómeno de ese tipo.<br />

—Será mejor que no esperemos a averiguarlo —sugirió Arden,<br />

empujándome hacia la puerta.<br />

Seguimos a los niños que recorrían el refugio, hasta que salimos por<br />

fin al claro rocoso de una de las laderas del monte. Allí, sobre un gran<br />

montículo de tierra, había un gigantesco camión negro, cuyas ruedas<br />

medían más de un metro de altura. El motor rugía de tal manera que apenas<br />

se oía nada más.

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