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Eve (Junior - Juvenil (roca)) (Spanish Edition) - deviantART

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Subimos por la colina, dejando atrás casas y tiendas tapiadas. Él iba<br />

muy despacio, apoyando todo el peso en mi hombro. Me estremecí cuando<br />

me asaltó un oscuro pensamiento: ¿Y si no se curaba? Lo apreté contra mí,<br />

como si mi firmeza pudiese ligarlo a este mundo, a mí, para siempre.<br />

Por fin llegamos al punto en que el puente salvaba el precipicio, donde<br />

había un amplio parque en la entrada: la hierba, la maleza y los árboles<br />

cubrían la verja de metal rojo. Aparté unas enredaderas que tapaban el<br />

muro y quedó al descubierto una placa, ennegrecida por los años: PUENTE<br />

GOLDEN GATE, 1937.<br />

Cuando llegamos al puente propiamente dicho, se me aceleró el<br />

corazón: las barandillas habían caído en varios lugares, el borde del suelo se<br />

había roto, sin que hubiera ninguna protección entre nosotros y el desnivel<br />

de noventa metros. Serpenteamos entre coches viejos, pisando con cuidado<br />

las raíces y el moho que cubrían el puente.<br />

En algunos vehículos chamuscados aún había esqueletos atrapados<br />

en los asientos delanteros, y un camión, al volcar, había escupido los<br />

mohosos restos de una casa: marcos rotos, libros dispersos, un colchón…<br />

Seguí adelante, paso a paso, escuchando la trabajosa respiración de mi<br />

compañero.<br />

Cuando el agotamiento amenazaba con vencernos, alcé la vista: al<br />

final del puente, en el saliente de una montaña, distinguí una luz en lo alto<br />

de una columna de piedra: la misma señal que había visto en el bosque<br />

cuando huía de Fletcher. Rememoré entonces las palabras de Marjorie: «Si<br />

está encendida, hay sitio para vosotras».<br />

Era el final de la ruta.<br />

—Falta muy poco —aseguré a Caleb, ayudándolo a sortear una moto<br />

caída en el suelo—. No te preocupes. —Lo abracé para animarlo—. Piensa en<br />

que no tardaremos nada en llegar ahí. Entonces podrás acostarte; habrá<br />

comida, y tomaremos patatas confitadas, conejo y frutos silvestres, y te<br />

sentirás mucho mejor después de descansar una noche.<br />

Él se ajustó la raída camiseta para protegerse del viento. Asintió, pero<br />

seguía estando triste. Me pregunté si sus pensamientos serían tan lúgubres<br />

como los míos.<br />

El puente desembocaba en un denso bosque. Subimos por el tortuoso<br />

camino excavado en la ladera de la montaña, hasta donde brillaba la luz a<br />

través de los árboles, y llegamos ante un portalón de madera. Cuando nos<br />

acercamos, salió una mujer joven que nos apuntaba con un rifle.<br />

—¿Quiénes sois? ¿Qué queréis? —gritó. No era mucho mayor que yo;<br />

se le veía perfectamente el rostro, pues se había recogido los rubios cabellos<br />

hacia atrás, y llevaba un holgado vestido verde, manchado de barro, y botas<br />

negras de caña alta.

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