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Eve (Junior - Juvenil (roca)) (Spanish Edition) - deviantART

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Treinta y cuatro<br />

—Más rápido —ordené—. Conduce más rápido.<br />

Le puse la pistola a la altura del pecho cuando giró a la izquierda por<br />

la agrietada carretera que ponía 80. Volví la cabeza para ver si nos seguían<br />

otros coches. No tardarían en perseguirnos, en dar la alerta al ejército del<br />

rey para que buscasen a quienes habían matado a sus hombres y robado su<br />

coche.<br />

El soldado pisó el acelerador sin cesar de temblar. Caleb intentaba<br />

vendarse la pierna en el asiento de atrás. Durante una hora presionó la<br />

herida. Pero cuando se despegó los empapados pantalones de la piel, brotó<br />

otro horrible chorro de sangre.<br />

—Hay que detener la hemorragia —exclamé, mientras el vehículo<br />

daba tumbos sobre la irregular calzada. El rostro de Caleb, muy pálido,<br />

comenzaba a adquirir un tono grisáceo—. Estás perdiendo demasiada<br />

sangre.<br />

—Ya lo intento —respondió apretando una tira de tela alrededor del<br />

muslo. Sus movimientos eran lentos, le costaba hacer el nudo, como si<br />

necesitase pensarlo antes de atar la tela—. Solo tengo que… —Se le apagó la<br />

voz, cada vez más pausada.<br />

Vi cómo se escurría en el asiento, y cómo le costaba mucho moverse.<br />

Puse el dedo en el gatillo y centré la atención en el soldado. En su rostro vi a<br />

los dos hombres del sótano y oí sus voces serenas mientras nos buscaban<br />

debajo de los muebles y en los armarios; los vi matar a Marjorie y a Otis, y oí<br />

el disparo que había matado a Lark y los violentos chasquidos de las ramas<br />

rotas cuando me perseguían por el bosque.<br />

—Te he dicho que aceleres —advertí fríamente.<br />

—Lo siento, ya lo hago —repuso. Pisó de nuevo el acelerador, y yo<br />

reboté en el asiento.<br />

Caleb se quejó. Tenía las manos cubiertas de sangre. Tras un buen<br />

trecho, el soldado miró la pistola y a continuación la carretera.<br />

—Si paramos, puedo ayudarlo.<br />

No dejé de apuntarlo, temiendo que nos atacase si me movía. Detrás<br />

de mí Caleb hizo un gesto negativo con la cabeza.<br />

—Estás mintiendo —afirmé—. Es una trampa. Sigue. —Seguro que<br />

estábamos a menos de cien kilómetros de Califia, donde nos ayudarían.<br />

Caleb resistiría.<br />

—Hay un botiquín de urgencias en la guantera —informó el joven<br />

soldado, señalando el cajón de plástico delante de mí—. Puedo coser la

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