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Eve (Junior - Juvenil (roca)) (Spanish Edition) - deviantART

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se hallaba en un rincón, sobre el que había fotografías y retratos antiguos.<br />

En una de las fotos se veía a una pareja joven con un bebé en brazos; la<br />

mujer tenía el flequillo pegado a la sudorosa frente, pero la cámara había<br />

captado sus grandes y brillantes ojos. Debajo había un dibujo infantil de<br />

una familia: los tres, el padre, la madre y la niña estaban rodeados por<br />

perversos fantasmas, de negros contornos pintados a lápiz.<br />

Durante aquellos últimos días junto a mi madre, yo dibujaba todo lo<br />

que se me ocurría. Me sentaba en el piso de abajo, ante mi mesa de plástico<br />

azul, cogía un montón de papel y pintaba cosas para ella: dibujos en las que<br />

estábamos las dos en el parque infantil próximo a casa, como el del carrusel<br />

en el que me hacía dar vueltas y vueltas sin parar. También la dibujaba en la<br />

cama y le ponía al médico una varita mágica en la mano para que la curara;<br />

otras veces la representaba fuera de casa, rodeando el edificio con una verja<br />

para que el virus no entrase. Una vez hechos, deslizaba los dibujos por<br />

debajo de la puerta de su habitación para que los viese: sus regalos<br />

especiales. «Besos —decía ella, dando golpecitos al otro lado de la puerta—.<br />

Te daría un millón de besos si pudiese.»<br />

Contemplé la cara de la mujer por última vez y regresé a la sala vacía.<br />

Oí un chasquido encima de mí y sentí curiosidad.<br />

—Arden… —la llamé, y salí al silencioso pasillo. El suelo crujía a cada<br />

paso, y una brisa helada entraba por las ventanas abiertas—. ¿Dónde estás?<br />

Me asomé a un minúsculo cuarto de baño sin baldosas en el suelo.<br />

—¡Arden! —insistí, y el eco repitió la pregunta.<br />

Al fondo del pasillo había una puerta entreabierta. Me encaminé hacia<br />

allí y, por el camino, pasé por un dormitorio en el que había una cama rota y<br />

los muelles del somier al descubierto.<br />

Me acerqué, pegada a la pared. El empapelado se había desprendido<br />

en algunas partes y me rascaba los desnudos hombros. Se me aceleró el<br />

pulso y rompí a sudar. Habíamos entrado en la casa a toda prisa, pero<br />

deberíamos haberlo pensado dos veces antes de irrumpir en ella. Siempre<br />

cabía la posibilidad de que nos vigilasen.<br />

La puerta entreabierta estaba agrietada. Miré qué había dentro: era<br />

una habitación infantil con un arcón lleno de juguetes polvorientos y las<br />

paredes pintadas de un azul brillante. Había varios animalitos raídos sobre<br />

la minúscula cama. Entré y cogí un osito manco que debía de haber sido<br />

muy viejo ya antes de la epidemia.<br />

Todo sucedió muy rápido: oí pasos a mi espalda y caí al suelo con un<br />

golpe sordo. Grité cuando alguien oculto tras una máscara de payaso se<br />

echó encima de mí, aterrorizándome con su desfigurada sonrisa carmesí.<br />

—¡No me mate, por favor! —imploré—. ¡No me mate!<br />

El payaso se detuvo un instante, presionando mis hombros contra el

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