Eve (Junior - Juvenil (roca)) (Spanish Edition) - deviantART
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Miré de nuevo a la osa, que sacudía la cabeza, momentáneamente<br />
aturdida. No sabía qué era peor: morir entre las garras de un animal feroz o<br />
huir con un salvaje neanderthal a caballo. Él me tendió la mano: tenía las<br />
uñas negras de mugre.<br />
—¡Vámonos! —urgió.<br />
Le di la mano, y tiró de mí. Me senté detrás de él, en la grupa del<br />
caballo. El chico olía a sudor y a humo.<br />
Con un ¡arre!, emprendimos la marcha por la carretera cubierta de<br />
musgo. Rodeé con un brazo el musculoso pecho del muchacho y me volví<br />
para mirar una vez más a la osa. Se había levantado y corría detrás de<br />
nosotros, pero su gigantesco cuerpo castaño se estremecía debido al<br />
esfuerzo.<br />
Mi salvador aferró las agrietadas riendas de cuero, desviando al<br />
caballo de la carretera principal para conducirlo entre la densa arboleda del<br />
bosque. La osa se acercó tanto que le mordió la cola al caballo.<br />
—¡Más rápido! ¡Tienes que ir más rápido! —grité.<br />
El caballo aceleró, pero la osa nos seguía demasiado cerca, sin<br />
mostrar la menor señal de cansancio. Mis piernas, empapadas de sudor,<br />
resbalaban. Me agarré al chico, clavándole las uñas en la piel. Él se inclinó<br />
hacia delante, y el viento rugió sobre nosotros. La osa volvió a abrir su feroz<br />
mandíbula.<br />
Mirando por encima del hombro del chico, vi frente a nosotros una<br />
quebrada, de casi metro y medio de ancho, que parecía un antiguo canal de<br />
aguas residuales; debía de tener unos cinco metros de profundidad.<br />
—¡Cuidado! —exclamé, pero él continuó, más rápido que antes.<br />
—¿Por qué no me dejas que maneje yo el caballo? —gritó girando la<br />
cabeza hacia mí. Detrás de nosotros la osa corría con todas sus fuerzas, sin<br />
apartar los ojos de las ancas del caballo.<br />
—¡Nooo! —susurré cuando me percaté de que nos precipitábamos<br />
hacia la quebrada. Si no lo conseguíamos, el animal nos devoraría vivos y<br />
estaríamos atrapados en el fondo del canal, sin posibilidad de<br />
escondernos—. No, por favor.<br />
Pero el caballo, estirando las patas delanteras, ya estaba a punto de<br />
salir disparado hacia el otro lado del precipicio.<br />
El estómago me dio un vuelco. Durante un momento me sentí volar, y<br />
luego se produjo el duro impacto de los cascos contra el suelo. Contemplé el<br />
campo de caléndulas que nos rodeaba. Habíamos saltado.<br />
Volví la cabeza por última vez, temiendo que la osa se abalanzase<br />
sobre nosotros, pero resbaló al borde del precipicio. Lo último que oí fue un<br />
rugido furioso mientras se precipitaba por el escarpado precipicio y