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Eve (Junior - Juvenil (roca)) (Spanish Edition) - deviantART

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Una mosca revoloteó alrededor de su cabeza, y la ahuyentó. Al fin<br />

respondió:<br />

—Vendí a Lila a un bandido. —Sonrió tímidamente—. No son malas<br />

personas, sino simples egoístas. Ella estará bien.<br />

Sabía que adoraba a su yegua; lo había notado por la forma en que le<br />

peinaba las crines o la tranquilizaba susurrándole cosas. Por eso<br />

escudriñaba el horizonte después de nuestro encuentro con los soldados, y<br />

seguía buscando rastros de ella. Le cogí la mano y se la estreché; no bastaba<br />

con un simple agradecimiento. Nada de lo que le dijera sería suficiente.<br />

Caminamos en silencio unos minutos, hasta que Caleb se detuvo de<br />

repente, escudriñando algo que había a un lado de la carretera.<br />

eso?<br />

—¿Qué ocurre? —pregunté cuando me obligó a retroceder—. ¿Qué es<br />

—Debemos escondernos. —Señaló la maleza junto a la carretera: la<br />

vegetación estaba aplanada, formando dos líneas rectas, como si la<br />

hubiesen aplastado unas ruedas—. Es una trampa.<br />

Me volví. Las montañas se alzaban entre ellos y nosotros, no había<br />

nada más que terreno herboso.<br />

—No hay ningún escondite.<br />

Nos percatamos de cierto movimiento a unos doscientos metros, cerca<br />

del grupo de edificios. Una figura, y después una segunda silueta, se<br />

recortaron contra el crepúsculo.<br />

—Estáis en un control de carretera. En nombre de la ley, identificaos.<br />

—Una de aquellas personas alzó un brazo, haciéndonos señas para que nos<br />

acercásemos.<br />

Caleb me soltó la mano y me miró. Después observó la montaña.<br />

—Sígueme y cúbrete la cara con el pelo.<br />

Eché a andar, sintiendo el peso de la mochila a la espalda, y me<br />

desenredé la maraña de pelo que llevaba bajo la capucha para ocultarme el<br />

rostro.<br />

Había tres guardias delante de un antiguo establecimiento en cuyo<br />

desvencijado letrero ponía TALLER DE REPARACIÓN DE COCHES. Vimos<br />

un todoterreno del gobierno aparcado en el local, así como barras oxidadas,<br />

herramientas y montones de ruedas rajadas sobre las mesas de trabajo.<br />

—Disculpen —dijo Caleb, desviando la vista—. Solo somos mi<br />

hermana y yo. Necesitamos comida.<br />

Se acercó un soldado pelirrojo, de pestañas y cejas tan claras que<br />

tenía el aspecto lampiño de una salamandra, y yo clavé los ojos en sus<br />

botas, negras y relucientes. Nunca había visto unas botas tan brillantes.

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