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Eve (Junior - Juvenil (roca)) (Spanish Edition) - deviantART

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—¿Buscáis comida en las montañas? —preguntó acariciando la<br />

pistola que llevaba sobre la cadera.<br />

—La buscamos a través de ellas —replicó Caleb—. Venimos del otro<br />

lado. Una banda de rebeldes incendió nuestra casa.<br />

Los soldados nos observaron y se fijaron en la destrozada ropa, en la<br />

tierra incrustada bajo nuestras uñas y en la fina capa de polvo que oscurecía<br />

nuestra piel.<br />

—¿Y tenéis permiso para vivir fuera de la ciudad? —preguntó otro de<br />

ellos, más bajo y grueso, cuya barriga colgaba sobre su cinturón. Apoyaba<br />

una mano en el todoterreno verde.<br />

—Sí —respondió Caleb, que se había quitado el chaquetón poco antes<br />

y tenía el cuello de la camiseta empapado en sudor—. Pero todo se perdió en<br />

el incendio.<br />

El tercer soldado nos quitó las mochilas, se sentó en la carretera y<br />

rebuscó en ellas, tomando nota de las latas sin etiqueta, del mapa arrugado<br />

y de la tienda. Se volvió hacia los demás e hizo un gesto negativo con la<br />

cabeza. Llevaba el pelo cortado casi al cero.<br />

—¿Cómo os llamáis? —preguntó el gordo. Se dirigía a Caleb, pero al<br />

mismo tiempo escudriñaba mis cabellos, la parte visible de mi cara y mis<br />

delgadas piernas llenas de rasguños.<br />

Caleb se me acercó.<br />

—Yo me llamo Jacob y ella es Leah. —Habló con voz clara y firme, pero<br />

el soldado pelirrojo no dejaba de mirarme.<br />

El sudor resbalaba por mi piel.<br />

«Que nos dejen pasar —pensé sin apartar los ojos de las relucientes<br />

botas del soldado—. Por favor, que nos dejen pasar.»<br />

Oí un suspiro y, de pronto, el pelirrojo hizo crujir los nudillos como si<br />

fuesen ramitas partidas.<br />

—Quítate la camisa —ordenó. Se me pusieron los pelos de punta<br />

hasta que me di cuenta de que se lo decía a Caleb, que mantenía los brazos<br />

quietos a ambos lados del cuerpo.<br />

—Señor, yo… Yo no… —Intentó decir algo, pero se atragantó.<br />

—Déjennos en paz, por favor —pedí levantando la cabeza por primera<br />

vez—. Lo único que queremos es comida y descansar una noche.<br />

Pero el de la cabeza afeitada sacó un cuchillo mientras esbozaba poco<br />

a poco una sonrisa. Con un movimiento veloz desgarró la manga de la<br />

camisa de Caleb, y dejó su tatuaje al descubierto.<br />

—¿Qué tenemos aquí? —se burló el pelirrojo sin apartar la mano de la<br />

pistola—. ¿Un fugitivo? ¿De dónde has sacado a la chica, maldito cabrón?

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