Eve (Junior - Juvenil (roca)) (Spanish Edition) - deviantART
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—respondió. Tenía los labios muy rojos y agrietados—. Me quedé huérfana<br />
antes de la epidemia. No tengo padres, nunca los conocí.<br />
Charlie arrancó unas cuantas notas más al piano, y Arden me<br />
observó, esperando mi reacción.<br />
—Entonces, ¿las criadas que te preparaban la ropa por la mañana, el<br />
medallón de oro macizo que había prometido regalarte tu madre cuando<br />
acabases de estudiar, la casa con piscina y la bañera montada sobre garras<br />
de oro… (recordé las historias con las que nos había deslumbrado), todo era<br />
mentira?<br />
Ella asintió. Al principio no entendí nada, pero luego me enfadé.<br />
Muchas noches, acostada en la cama, había llorado de rabia por no tener lo<br />
que Arden poseía. ¡Cuánto hubiese dado porque mi madre me esperase en la<br />
ciudad! Era como la ilusión del regalo sin abrir.<br />
—¿Cómo pudiste hacer algo así? —la reprendí.<br />
Se volvió hacia la ventana y contempló su reflejo en el cristal.<br />
—No lo sé…<br />
—Todo el mundo te envidiaba, y tú…<br />
—¡Sí, ya lo sé! —gritó—. Pero todas hablabais de vuestros padres y de<br />
vuestra familia. Y yo ni siquiera sabía lo que era una familia. Tuve un<br />
abuelo, pero era más cariñoso con su pastor alemán que conmigo. Fue un<br />
alivio que se muriese.<br />
La recordé, cuando tenía ocho años, describiendo las fiestas de<br />
cumpleaños que su padre le organizaba, su casita en el árbol, cómo su<br />
familia «se había situado» en la ciudad antes de que ella se reuniera con sus<br />
padres. Arden se mostraba entonces muy contenta y animada.<br />
—Lo siento —murmuró—. Lo siento muchísimo.<br />
En mi fuero interno quería levantarme, apartarme de ella, pero el<br />
dolor de su mirada parecía real y el arrepentimiento sincero. Sí, yo había<br />
anhelado reencontrarme con mi madre, cosa que nunca sucedería. Pero al<br />
menos tenía recuerdos, imágenes que mi memoria conservaba: cuando ella<br />
me cogía en brazos para que alcanzase los bastoncitos de caramelo del árbol<br />
de Navidad, o cuando las dos pintábamos con los dedos. Y a diferencia de las<br />
de Arden, mis historias eran reales.<br />
—Yo también lo siento —dije, aunque no soportaba mirarla.<br />
Permanecimos un rato sentadas, una al lado de la otra, mientras los<br />
chicos devoraban el botín.<br />
—Supongo que lo que intento decir… —Arden rompió el silencio al<br />
fin—. Lo que intento decir es gracias. —Sin dejar de mirar al frente, se<br />
protegió el cuello con el grueso jersey verde.