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Eve (Junior - Juvenil (roca)) (Spanish Edition) - deviantART

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osque—. No quiero hacerlo, pero…<br />

Todavía no había acabado la frase cuando aparecieron los soldados<br />

empuñando sus pistolas. Richards se había vendado el brazo a toda prisa<br />

con la bufanda morada de Marjorie.<br />

Cerrando la trampilla metálica de golpe y dejando el cuerpo de Lark<br />

atrás, corrí como loca hasta donde estaba Arden. El inclemente sol agostaba<br />

la hierba seca y aclaraba las sombras bajo los árboles quemados. Por todas<br />

partes proliferaban gigantescas <strong>roca</strong>s rojizas, que creaban un muro<br />

impenetrable; los arbustos eran más pequeños, la arena ardía y la próxima<br />

casa parecía una minúscula mancha en el horizonte. No había ningún<br />

escondite.<br />

La trampilla se abrió con estrépito detrás de nosotras. Calverton<br />

avanzó por el campo y cargó la pistola de nuevo.<br />

—¡Vamos! —dije desviándome hacia la derecha, lejos del bosque<br />

chamuscado que habíamos recorrido con Fletcher. Echamos a correr entre<br />

los árboles; la espesa maleza me arañaba las pantorrillas. Más allá de la<br />

casa de Marjorie, superadas unas dunas y una fila de árboles, había una<br />

agrietada carretera que conducía a un pueblo.<br />

Una bala impactó en un árbol, delante de Arden, haciendo saltar<br />

esquirlas de madera.<br />

—Quieren matarme —gritó saltando sobre un tronco podrido.<br />

Continuamos corriendo y, durante unos instantes, los soldados<br />

desaparecieron tras una zona de maleza.<br />

—Ahí —indiqué señalando una casa cubierta por la hierba. La<br />

apartamos y empujamos el oxidado portillo.<br />

En medio del jardín había una piscina vacía y, en el fondo, un<br />

esqueleto de perro; rodeaba la casa una terraza derruida con sillas caídas.<br />

Vimos también un cobertizo de madera en un extremo, cuya pintura blanca<br />

se desprendía a capas. Una verja amarillenta, de unos dos metros y medio<br />

de altura, rodeaba la finca.<br />

Arden corrió hacia ella y le dio una patada, pero no cedió. Los<br />

soldados se acercaban. Arden la emprendió de nuevo a patadas con la verja,<br />

empleándose a fondo, tanto que se le empañaron los ojos.<br />

—No, esto no puede ser cierto. ¡Nooo!<br />

Por el otro lado de la casa no había entrada ni salida, ni grietas en el<br />

muro, ni nada que nos sirviese para trepar. Solo existía un camino para<br />

entrar y salir.<br />

—Estamos atrapadas. —Al darme cuenta, me temblaron las manos.<br />

Arden me condujo hacia el cobertizo y lo rodeamos. Nos agachamos,<br />

cogidas de la mano, y miramos a través de la ventana rota: los soldados

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