Eve (Junior - Juvenil (roca)) (Spanish Edition) - deviantART
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prometido.<br />
Bajé la vista hasta su mano y entrelacé los dedos con los suyos. Y así,<br />
dándome el sol en un lado de la cara, en el hombro y en las desnudas<br />
piernas, permanecimos unidos: una visión reconfortante.<br />
Cuando volví la vista hacia la carretera, clavé los pies en el suelo y me<br />
aferré a la ventanilla.<br />
—¡Caleb, frena! —grité. Detuvo el coche, y yo reboté contra el<br />
salpicadero.<br />
El coche chirrió.<br />
—¿Te encuentras bien? —me preguntó. Asentí y me acomodé en el<br />
asiento, frotándome la zona del brazo donde había impactado contra el duro<br />
salpicadero de plástico.<br />
—¿Y ahora qué? —cuestioné señalando delante de nosotros.<br />
Había una furgoneta en la carretera, bien visible bajo las últimas<br />
luces del día; tenía los neumáticos reventados y las ventanillas rotas. Un<br />
poco más lejos había otro coche y otro más, una larga fila de vehículos,<br />
cuyos herrumbrosos parachoques casi se tocaban, que ocupaban la<br />
carretera a lo largo de kilómetros frente a nosotros. La carretera estaba<br />
atestada; no se podía circular.<br />
Caleb cogió el mapa y, señalando la fina línea azul que habíamos<br />
seguido desde Arizona, aseguró:<br />
—Este era el mejor trayecto.<br />
Eché una ojeada por la polvorienta ventanilla hasta una curva que<br />
describía la carretera: a unos cientos de metros más adelante, había un<br />
montón de huesos descoloridos por el sol.<br />
—¿Cómo te trajo Fletcher hasta aquí?<br />
—No lo sé. Era de noche. En varias ocasiones circuló por caminos de<br />
tierra. —Salimos del coche y observamos la fila de vehículos que habían<br />
intentado salir. Siempre que se hacía referencia a la epidemia, surgía, como<br />
inevitable consecuencia, el caos.<br />
Caleb se dirigió a la parte de atrás del coche y abrió el maletero. Sacó<br />
latas de comida, un gran cilindro de lona con postes metálicos y una tela, y<br />
cerró el maletero de golpe.<br />
—Pasaremos aquí la noche —indicó abriendo una lata con un<br />
cuchillo—. Los soldados no nos encontrarán… Saben que esta carretera está<br />
bloqueada. Mañana retrocederemos y seguiremos el camino que yo cogí, a<br />
través de las montañas.<br />
Casi se había puesto el sol, y en el cielo ya se veían los puntitos<br />
brillantes y blancos de las estrellas. En la carretera, con los faros