Eve (Junior - Juvenil (roca)) (Spanish Edition) - deviantART
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de comida; nos llamaba los «restos». A los pocos meses aparecieron los<br />
camiones y se llevaron a las chicas a los colegios. Los chicos fuimos a<br />
campamentos, que eran campos de trabajo, donde nos pasábamos el día<br />
entero construyendo de todo. —Casi escupía las palabras, sin apartar la<br />
vista del suelo.<br />
—¿Cuándo te escapaste? —inquirí. Avanzábamos por el túnel en<br />
dirección a una luz que brillaba más según nos acercábamos.<br />
—Hace cinco años. Estaban empezando la excavación cuando llegué<br />
—explicó Caleb. Yo quería preguntarle más cosas, saber quién lo había<br />
organizado y cómo, pero me daba miedo insistir.<br />
Doblamos un recodo y el pasadizo desembocó en una amplia estancia<br />
circular en la que había una fogata en el centro. La caverna me recordaba la<br />
madriguera de un animal. Las paredes de barro estaban revestidas de losas<br />
grises, y del recinto central salían otros cuatro túneles. Antes de que<br />
siguiésemos avanzando, una flecha me rozó la cara y a punto estuvo de<br />
rajarme una oreja.<br />
—¡Mira dónde te metes! —exclamó riéndose un chico, de músculos<br />
grandes y fibrosos, y se aproximó a la pared que teníamos al lado, donde dos<br />
gigantescos círculos formaban una diana. Clavó los ojos en mí mientras<br />
arrancaba la flecha de un tirón.<br />
Desnudos de cintura para arriba, un grupo de chicos rodeaba la<br />
fogata. Cuando vieron a Caleb, se pusieron a gritar.<br />
—No sabíamos dónde estabas —dijo uno de ellos, de espesos cabellos<br />
negros recogidos en la parte superior de la cabeza. Los demás se golpearon<br />
el pecho con los puños a modo de saludo primitivo. Se me erizó la piel<br />
cuando repararon en mí y me miraron sin pestañear.<br />
—Al menos la caza ha sido un éxito —comentó el de la flecha,<br />
fijándose en mis piernas desnudas y en la camisa de manga larga que caía<br />
informe sobre mi pecho. Crucé los brazos, deseando tener algo más con que<br />
cubrirme—. ¡Mirad lo que tenemos aquí, muchachos! Una señorita… —Se<br />
me aproximó, pero Caleb levantó la mano para frenarlo y le advirtió:<br />
—Ya basta, Charlie.<br />
Otros dos chicos, de unos quince años, salieron de un túnel lateral<br />
transportando un jabalí. Dejaron la presa en el suelo y, tras ellos, quedó un<br />
reguero de sangre coagulada procedente de las entrañas del animal.<br />
—¿Leif está al tanto? —preguntó un chico alto y delgado, que usaba<br />
unas gafas rotas.<br />
—No tardará en enterarse —respondió Caleb.<br />
Otro de los allí presentes se arrodilló junto al animal muerto y afiló<br />
dos cuchillos entre sí; el ruido agudo y chirriante que se produjo me puso los<br />
pelos de punta. Miró a Arden de arriba abajo y, cuando se cansó de ello,