Eve (Junior - Juvenil (roca)) (Spanish Edition) - deviantART
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Diecisiete<br />
—Apuesto lo que quieras a que Aaron es el que nada más rápido<br />
—comentó Benny, apretándome la mano—. Es como un pez.<br />
Estábamos en un resalte, al norte del refugio, escudriñando el lago en<br />
busca de señales de los nuevos cazadores. A Arden le había remitido la<br />
fiebre, y el color había vuelto a sus mejillas; aunque sentía debilidad en las<br />
piernas, insistió en salir, y yo me alegré de que estuviese allí, a mi lado.<br />
Mi compañera soltó la manita de Silas.<br />
—Estás sudando —le dijo secándose la mano en los desgastados<br />
vaqueros cortos—. Es como dar la mano a una babosa. —Se la secó una y<br />
otra vez, arrugando la nariz con cara de asco—. ¿Qué ocurre? —me<br />
preguntó—. ¿Dónde está la gracia?<br />
—Es evidente que te encuentras mejor —me reí. Llevaba levantada<br />
menos de una hora y ya perdía la paciencia por cualquier cosa. Lo interpreté<br />
como una buena señal.<br />
Durante todo el día, mientras yo estaba en el refugio enseñando a los<br />
chicos, Caleb y Leif recorrieron el bosque por si había soldados. Cuando<br />
consideraron que la zona era segura, condujeron a los nuevos cazadores a la<br />
otra ribera del lago, y allí iniciaron su ardua aventura: debían recorrer unos<br />
quince kilómetros de orilla rocosa y lanzarse finalmente a las frías aguas;<br />
después rodearían nadando la línea de árboles y llegarían a la playa, donde<br />
los esperaban cuatro lanzas, cuyas hojas de piedra parecían de color hueso<br />
bajo el sol del atardecer.<br />
Contemplé el lugar en que los árboles se inclinaban sobre el agua,<br />
donde Caleb me había enseñado a nadar. La noche anterior soñé que<br />
estábamos allí de nuevo, flotando y cogidos de la mano. De día, mientras<br />
caminaba con Arden por el refugio o corregía las palabras que Benny<br />
escribía en el barro, él ocupaba mis pensamientos: su sonrisa, sus dedos<br />
rozándome la espalda, mi camisa impregnada del olor de su piel…<br />
Kyler, un chico alto de rizos anaranjados, se acercó al borde del<br />
precipicio.<br />
—¡Ahí están! ¡Los estoy viendo! —gritó. Usaba unos prismáticos rotos,<br />
y Benny y Silas empezaron a dar saltos para arrebatárselos, empeñados en<br />
mirar también ellos. Una manchita se movía donde el agua besaba el cielo.<br />
Poco después vimos a los chicos más allá de los árboles: sus cuerpos<br />
emergían y se sumergían como grandes peces saltarines. Michael iba<br />
delante; su pelo afro se distinguía desde el saliente rocoso.<br />
—¡Son rapidísimos! —exclamó Silas, que se había embadurnado la<br />
cara de pintura y tenía manchas doradas en las manos—. ¡Fijaos en Aaron!