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Eve (Junior - Juvenil (roca)) (Spanish Edition) - deviantART

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azos sobre el pecho, protegiéndose.<br />

—Sospechan —respondió Otis—. Vienen en sus todoterrenos de vez<br />

en cuando, nos interrogan y registran la casa. Pero sin pruebas de delito, no<br />

pueden hacer nada. Tenemos permiso para vivir fuera de la Ciudad de<br />

Arena.<br />

—¿Permiso? —pregunté. Había oído hablar de los desperdigados, sí,<br />

pero eran mendigos o vagabundos. Los identificaba con quienes en los libros<br />

antiguos se denominaban «personas sin techo», pero no con gente que vivía<br />

en casas, en verdaderos hogares como aquel.<br />

Otis se bajó la pernera del pantalón para cubrirse la pierna de<br />

madera, y nos explicó:<br />

—Es un proceso muy largo, y pocos optan por él a menos que haya<br />

una razón contundente. Pero somos viejos; las personas como nosotros no<br />

interesan en la Ciudad de Arena. En general nos dejan en paz.<br />

Lark se mordió el pellejo del dedo. El calor de la chimenea le había<br />

reanimado las mejillas, resaltando la belleza de su dulce y redondeado<br />

rostro.<br />

—¿Qué les harían si supiesen que nos ayudan?<br />

—Nos matarían —respondió Marjorie, tranquilamente. Miraba cómo<br />

ardían los leños: crujían, y las cortezas chamuscadas se desmoronaban<br />

entre las llamas—. El rey no tolera la oposición. Ha habido muchas<br />

desapariciones en la ciudad. Por ejemplo, un ciudadano que colaboraba con<br />

la ruta, Wallace, habló de la misión con un informante, y hace una semana<br />

que ha desaparecido. Según su esposa, lo sacaron de la cama para llevarlo<br />

Dios sabe dónde.<br />

Se me encogió la lengua en la boca como una serpiente reseca.<br />

¡Cuántas veces había soñado con ese lugar, de pulcras calles de pizarra y<br />

playas artificiales en las que las mujeres leían bajo sombrillas! ¿Cómo había<br />

podido creer semejantes mentiras durante tanto tiempo?<br />

—Os quedaréis con nosotros unos días —anunció Otis—. Luego os<br />

trasladaremos a otra casa segura. Se reconocen por la luz en la ventana; si<br />

está encendida, hay sitio para vosotras.<br />

Lark, que seguía mordisqueándose los dedos y arrancándose los<br />

pellejos hasta hacerse sangre, reflexionó:<br />

—Pero si nos capturan, nos matarán… como usted ha dicho.<br />

Marjorie se remetió un mechón de cabellos blancos en la trenza, y<br />

aunque el resplandor del fuego proyectaba sombras parpadeantes, su<br />

semblante no se alteró cuando dijo:<br />

—Hace doscientos años, Harriet Tubman ayudaba a los esclavos a<br />

conseguir la libertad. Cuando ellos le manifestaban que no confiaban en

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