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Eve (Junior - Juvenil (roca)) (Spanish Edition) - deviantART

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Veintisiete<br />

—Quiero ver más películas —pidió Lark tras dejar los platos con los<br />

restos del desayuno en el fregadero. Marjorie y Otis estaban sentados a un<br />

extremo de la mesa, terminando de tomar su té matutino, mientras Arden y<br />

yo jugábamos a la canasta.<br />

—Nada de películas. —Arden me miró por encima de las cartas que<br />

tenía en la mano. Llevaba la melena, antes siempre enredada, pulcramente<br />

recogida detrás de las orejas, y su aspecto era de lo más saludable—.<br />

Estamos hartas de tortuosas historias de amor.<br />

Me di tironcitos de las abiertas puntas de los cabellos, mientras mis<br />

pensamientos se repartían entre Caleb y mi amiga. La noche anterior, tras<br />

enviar el mensaje, me había tumbado en el vencido colchón y abandonado al<br />

sueño. Enseguida esos pensamientos dejaron paso a las ensoñaciones, y vi a<br />

Caleb en su habitación, manejando la radio. Lo vi cómo escuchaba mi<br />

mensaje.<br />

Lark, que se había puesto un jersey demasiado grande y le caía por un<br />

hombro, dejándolo al descubierto, se apoyó en la mesa, amenazó a Arden<br />

con un dedo y le espetó:<br />

—No eres la única que decide, y aunque sea más joven que tú,<br />

también tengo derecho a opinar…<br />

—Vale, vale —intervino Otis, alzando las manos, y se rio e intercambió<br />

una mirada con Marjorie—. Volvemos a los viejos tiempos…<br />

Recordé la postal de la playa y la nota —de letra difícil de leer— de la<br />

chica, Libby.<br />

—¿Tenéis una hija? —pregunté dejando las cartas boca abajo en la<br />

mesa.<br />

—Dos —respondió Marjorie, y limpió la mesa, rascando con una uña<br />

una semilla de tomate seca—: Libby y Anne.<br />

Otis se levantó. Nos dio la espalda y vació un cubo de agua en el<br />

fregadero. Todavía en esa posición, nos explicó:<br />

—Eran el ideal de cualquier padre. Tenían veintisiete y treinta y tres<br />

años. —Se volvió con los ojos anegados en lágrimas.<br />

—No hablamos casi nunca de ellas —aclaró Marjorie. Los platos se<br />

entrechocaron en el fregadero—. Otis quería decir que se alegra de que estéis<br />

aquí, jovencitas.<br />

Pensé en mi madre y en la carta que me había escrito. Me la había<br />

metido en el bolsillo el día en que llegaron los camiones, y fue lo último que<br />

recibí de ella. Pero la había perdido; se había quedado con mis escasas

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