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Eve (Junior - Juvenil (roca)) (Spanish Edition) - deviantART

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—Conozco a gente así. Algunos amigos míos todavía están en los<br />

campos.<br />

Iba a preguntarle más cosas, pero el coche se paró de repente, y un<br />

fuerte olor a humo se me metió en los pulmones y me hizo toser. Tras un<br />

momento de confusión, salimos del vehículo pugnando por respirar.<br />

En la parte delantera ardía algo, finas columnas de humo gris salían<br />

del capó. Caleb se apartó el humo de la cara con la mano y levantó el capó,<br />

haciendo un gesto de dolor al tocar el metal caliente, e inspeccionó el<br />

renegrido interior.<br />

—Está destrozado —dijo, tosiendo, y contempló la carretera que<br />

continuaba retorciéndose ante nosotros a lo largo de kilómetros y kilómetros<br />

hasta llegar a la cima, que después descendía por el otro lado de la montaña.<br />

Como me helaba a causa del gélido viento, me cubrí con la capucha<br />

del chaquetón para protegerme del viento, mientras él sacaba las<br />

provisiones del maletero y las introducía en una mochila.<br />

—Debemos ponernos en marcha. Así será más fácil entrar en calor.<br />

Estudié el mapa, arrugado y borroso: quedaban algo más de treinta<br />

kilómetros entre llegar a la cresta de la montaña y el descenso posterior.<br />

—Seguro que podemos recorrerlos en dos días —calculé, y emprendí<br />

el camino—. Tal vez menos.<br />

Caleb andaba con los ojos fijos en el cielo.<br />

—Esperemos que el tiempo aguante. —Se ajustó el chaquetón y se<br />

metió las manos bajo los brazos cuando iniciamos el ascenso. Me estallaban<br />

los oídos a causa de la altura, y la pendiente era tal que casi no podía<br />

respirar, pero mantuve el paso con ayuda de un palo que encontré.<br />

Comimos piña y guisantes en conserva mientras caminábamos, y<br />

bebimos el jugo frío. Caleb me habló de su familia: su padre trabajaba en el<br />

periódico local, y a veces traía grandes cajas para construir casas de<br />

fantasía en el jardín. Yo le describí la casita de tejas azules en la que había<br />

vivido; nadie más que yo cabía en el angosto sótano, con paredes de densa<br />

pelusa rosada. Y también le conté lo del buzón: cuando me aferré al poste al<br />

ver el camión recorriendo el barrio. El padre de Caleb había ido a la farmacia<br />

y no regresó jamás. Como su madre y su hermano estaban enfermos, él<br />

recorrió las calles en bicicleta, buscando a su padre hasta que aparecieron<br />

los vándalos por la noche. Cuando regresó a casa, su familia había muerto y<br />

los cuerpos ya estaban rígidos.<br />

—Permanecí allí tres días, abrazado a mi madre. Los soldados me<br />

encontraron cuando saqueaban las casas, y me llevaron a los campos de<br />

trabajo. —Continué caminando, ascendiendo la empinada cuesta, pero mi<br />

mente estaba en aquella casa junto a Caleb, acariciándole la espalda para<br />

consolar su llanto.

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