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Volumen VIII – El chiste y su relación con lo inconsciente (1905)

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<strong>con</strong>trasentido; se vuelve imposible a <strong>con</strong>secuencia de la<br />

crítica. También queda excluido, salvo por azar, obtener placer<br />

de aquellas fuentes del redescubrimiento de <strong>lo</strong> <strong>con</strong>sabido,<br />

etc., a menos que al individuo en crecimiento <strong>lo</strong> afecte<br />

un talante placentero que, semejante a la alegría del niño,<br />

cancele la inhibición crítica. Só<strong>lo</strong> en este último caso vuelve<br />

a posibilitarse el viejo juego para ganar placer, pero el ser<br />

humano prefiere no esperar que se dé por sí ni renunciar al<br />

placer que, según sabe, le procura. Por eso busca medios<br />

que <strong>lo</strong> independicen del talante placentero; el ulterior desarrol<strong>lo</strong><br />

hacia el <strong>chiste</strong> es regido por ambas aspiraciones: evitar<br />

la crítica y <strong>su</strong>stituir el talante.<br />

Así adviene el segundo estadio previo del <strong>chiste</strong>, la chan-<br />

Zci. Lo que se requiere es abrir paso a la ganancia de placer<br />

del juego, pero cuidando, al mismo tiempo, de acallar el<br />

veto de la crítica que no permite que sobrevenga el sentimiento<br />

placentero. Hay un único camino que lleva a esa<br />

meta: la reunión de palabras sin sentido o el <strong>con</strong>trasentido<br />

en la secuencia de <strong>lo</strong>s pensamientos deben poseer, empero,<br />

un sentido. Todo el arte del trabajo del <strong>chiste</strong> se ofrece para<br />

descubrir aquellas palabras y <strong>con</strong>stelaciones de pensamiento<br />

en que se cumple esa <strong>con</strong>dición. Todos <strong>lo</strong>s recursos técnicos<br />

del <strong>chiste</strong> ya encuentran aplicación aquí, en la chanza, y el<br />

uso lingüístico ni siquiera traza un distingo <strong>con</strong>secuente<br />

entre chanza y <strong>chiste</strong>. Lo que diferencia a la primera del<br />

segundo es que en ella el sentido de la oración <strong>su</strong>straída<br />

de la crítica no necesita ser valioso ni novedoso, ni aun<br />

meramente bueno; só<strong>lo</strong> es preciso que se <strong>lo</strong> pueda decir,<br />

por más que sea insólito, <strong>su</strong>perfino o inútil decir<strong>lo</strong>. En la<br />

chanza se sitúa en el primer plano la satisfacción de haber<br />

posibilitado <strong>lo</strong> que la crítica prohibe.<br />

Una mera chanza es, por ejemp<strong>lo</strong>, la definición que da<br />

Schleiermacher [<strong>su</strong>pra, pág. 35] de <strong>lo</strong>s ce<strong>lo</strong>s {Eifer<strong>su</strong>cht)<br />

como la pasión {Leidensehaft} que busca <strong>con</strong> ce<strong>lo</strong> [mil<br />

Eifer <strong>su</strong>cht] <strong>lo</strong> que hace padecer {Leiden schafft]. Una<br />

chanza fue la del profesor Kastner, quien en el sig<strong>lo</strong> xviii ^'<br />

enseñaba física en Gotinga —y hacía <strong>chiste</strong>s—, cuando en<br />

la matriculación a uno de <strong>su</strong>s cursos preguntó la edad a un<br />

alumno de nombre Kriegk {Krieg = guerra), y al responder<br />

este que tenía treinta años, dijo: «¡Ah! Tengo el honor de<br />

ver la Guerra {Krieg} de <strong>lo</strong>s Treinta Años» (Kleinpaul,<br />

1890). Con una chanza respondió el maestro Rokitansky ^•'<br />

12 [En la edición de <strong>1905</strong> rezaba aquí, erróneamente, «xvi».]<br />

13 [Cari Rokitansky (1804-1878) fue el fundador de la escuela<br />

vienesa de anatomía patológica.]<br />

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