Volumen VIII – El chiste y su relación con lo inconsciente (1905)
Volumen VIII – El chiste y su relación con lo inconsciente (1905)
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ñas puntualizaciones respecto del humor. Es tan poco dudoso<br />
el esencial parentesco entre ambos que un intento de explicar<br />
<strong>lo</strong> cómico tiene que proporcionar siquiera algtín componente<br />
para entender el humor. Es indudable que muchas<br />
cosas certeras e instructivas se han aducido para la apreciación<br />
de este, que, siendo a <strong>su</strong> vez una de las operaciones<br />
psíquicas más elevadas, goza del particular favor tic <strong>lo</strong>s pensadores;<br />
no podemos, piles, eludir el intento de expresar <strong>su</strong><br />
esencia mediante una aproximación a las fórmulas dadas para<br />
el <strong>chiste</strong> y para <strong>lo</strong> cómico.<br />
Ya averiguamos [págs. 208-9] que el desprendimiento de<br />
afectos penosos es el obstácu<strong>lo</strong> más fuerte del efecto cómico.<br />
Si el movimiento que no persigue fin alguno provoca daño,<br />
si la estupidez lleva a la desgracia y la desilusión al do<strong>lo</strong>r,<br />
el<strong>lo</strong> pone fin a la posibilidad de un efecto cómico, al menos<br />
para el que no puede defenderse de ese displacer, es aquejado<br />
por el o se ve precisado a participar de él, mientras que<br />
la persona ajena atestigua <strong>con</strong> <strong>su</strong> <strong>con</strong>ducta que la situación<br />
del caso respectivo <strong>con</strong>tiene todo <strong>lo</strong> requerido para un efecto<br />
cómico. Ahora bien, el humor es un recurso jiara ganar el<br />
placer a pesar de <strong>lo</strong>s afectos penosos que <strong>lo</strong> estorban; se<br />
introduce en lugar de ese desarrol<strong>lo</strong> de afecto, <strong>lo</strong> remplaza.<br />
Su <strong>con</strong>dición está dada frente a una situación en que de<br />
acuerdo <strong>con</strong> nuestros hábitos estamos tentados a desprender<br />
un afecto penoso, y he ahí que influyen sobre nosotros ciertos<br />
motivos para sofocar ese afecto iii statu iiascciuli. IZn<strong>lo</strong>nces,<br />
en <strong>lo</strong>s casos recién citados la persona afectada por el<br />
daño, el do<strong>lo</strong>r, etc., podría ganar un placer humorístico, en<br />
tanto la persona ajena ríe por placer cómico. <strong>El</strong> placer del<br />
humor nace, pues —no podríamos decir<strong>lo</strong> de otro modo—, a<br />
expensas de este desprendimiento de afecto interceptado;<br />
<strong>su</strong>rge de un gasto de afecto ahorrado.<br />
Entre las variedades de <strong>lo</strong> cómico, el humor es la más<br />
<strong>con</strong>tentadiza; <strong>su</strong> proceso se completa ya en una sola persona,<br />
la participación de otra no le agrega nada nuevo. Puedo<br />
reservarme el goce del placer huinorístico nacido en mí, sin<br />
sentirme esforzado a comunicar<strong>lo</strong>. No es fácil enunciar <strong>lo</strong><br />
que <strong>su</strong>cede en esa persona única a raíz de la producción del<br />
placer humorístico; sin embargo, se obtiene cierta intelección<br />
indagando <strong>lo</strong>s casos de humor comunicado o sentido<br />
por simpatía en que yo, al entender a la persona humorista,<br />
llego al mismo placer que ella. Tal vez nos ilustre sobre el<strong>lo</strong><br />
el caso más grosero del humor, el llamado humor de patíbu<strong>lo</strong><br />
{Gal gen hum or, «humor negro»}. <strong>El</strong> reo, en el momento en<br />
que <strong>lo</strong> llevan para ejecutar<strong>lo</strong> un lunes, exclama: «¡Vaya, cm-<br />
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