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Volumen VIII – El chiste y su relación con lo inconsciente (1905)

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en proteger<strong>lo</strong> de la crítica racional, explican por sí so<strong>lo</strong>s por<br />

qué cada <strong>chiste</strong>, si ante una visión se muestra como sin sentido,<br />

ante otra tiene que presentarse como provisto de sentido<br />

o al menos como admisible. De qué manera habrá de<br />

<strong>con</strong>seguir<strong>lo</strong>, es a<strong>su</strong>nto del trabajo del <strong>chiste</strong>; cuando el <strong>chiste</strong><br />

no es <strong>lo</strong>grado, se <strong>lo</strong> desestimará justamente como «sinsentido»<br />

{«disparate»]. Pero nosotros no estamos <strong>con</strong>strerlidos<br />

a derivar el efecto placentero del <strong>chiste</strong> de la querella entre<br />

<strong>lo</strong>s sentimientos que brotan a raíz de <strong>su</strong> sentido y de <strong>su</strong> simultáneo<br />

sinsentido, sea de manera directa, sea por vía del<br />

«des<strong>con</strong>cierto e iluminación» [págs. 14-5]. Y tampoco nos<br />

vemos obligados a tratar de averiguar cómo puede <strong>su</strong>rgir<br />

placer de la alternancia entre el tener-por-un-sinsentido al<br />

<strong>chiste</strong> y el discernir<strong>lo</strong>-como-provisto-de-sentido. Su psicogénesis<br />

nos ha enseñado que el placer del <strong>chiste</strong> proviene del<br />

juego <strong>con</strong> palabras o de la liberación de <strong>lo</strong> sin sentido, y<br />

que el sentido del <strong>chiste</strong> só<strong>lo</strong> está destinado a proteger ese<br />

placer para que la crítica no <strong>lo</strong> cancele.<br />

Así, el problema del carácter esencial del <strong>chiste</strong> ya qiicdaría<br />

explicado en la chanza. Ahora podemos examinar el<br />

ulterior desarrol<strong>lo</strong> de la chanza hasta <strong>su</strong> culminación en el<br />

<strong>chiste</strong> tendencioso. La chanza, pues, está presidida por la<br />

tendencia a depararnos <strong>con</strong>tento, y para el<strong>lo</strong> le basta que <strong>su</strong><br />

enunciado no sea un disparate ni aparezca por completo<br />

insostenible. Cuando ese enunciado es él mismo sostcnible<br />

y valioso, la chanza se muda en <strong>chiste</strong>. Un pensamiento que<br />

habría merecido nuestro interés aun expresado en forma llana,<br />

ahora se viste <strong>con</strong> una forma que en sí y por sí no puede<br />

menos que excitar nuestra complacencia.^^ Debemos pensar<br />

que una <strong>con</strong>jugación como esa no se ha establecido sin un<br />

propósito, y nos empellaremos entonces en colegir el que<br />

pudiera estar en la base de la formación del <strong>chiste</strong>. Nos<br />

pondrá sobre la pista una observación que ya hicimos antes<br />

como al pasar. Tenemos anotado, en efecto, que un buen<br />

1' Como ejemp<strong>lo</strong> que permite discernir la diferencia entre chanza<br />

y <strong>chiste</strong> auténtico, valga el notable <strong>chiste</strong> en la expresión <strong>con</strong> que un<br />

miembro del «ministerio burgués» respondió en Austria a una pregunta<br />

por la solidaridad del gabinete: «¿Cómo podríamos solidarizarnos<br />

{einslchen} unos <strong>con</strong> otros si no podemos tolerarnos {ausslehen}<br />

unos a otros?». Técnica: múltiple acepción del mismo material <strong>con</strong> una<br />

modificación leve (en el sentido de una oposición); el pensamiento correcto<br />

y acertado es: «No existe solidaridad sin avenimiento personal».<br />

<strong>El</strong> sentido opuesto de la modificación (einslehen - ausslehen)<br />

corresponde a la incompatibilidad aseverada por el pensamiento y le<br />

sirve como figuración. — [<strong>El</strong> «ministerio burgués» se hizo cargo del<br />

gobierno austríaco luego de establecerse la nueva Constitución de<br />

1867, pero debido a discrepancias internas só<strong>lo</strong> duró un par de años.<br />

Cf. La interpretación de <strong>lo</strong>s <strong>su</strong>eños (1900a), AE, 4, pág. 207.]<br />

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