Volumen VIII – El chiste y su relación con lo inconsciente (1905)
Volumen VIII – El chiste y su relación con lo inconsciente (1905)
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cómico só<strong>lo</strong> importa la diferencia* entre <strong>lo</strong>s dos gastos de<br />
investidura —el de la «empatia» y el del yo—, y no el sentido<br />
de esa diferencia. Esto al comienzo <strong>con</strong>funde nuestro<br />
juicio, pero deja de sonarnos raro tan pronto <strong>con</strong>sideramos<br />
que es acorde a nuestro desarrol<strong>lo</strong> personal hacia un estadio<br />
más alto de cultura el limitar nuestro trabajo muscular y aumentar<br />
nuestro trabajo de pensamiento. Aumentando nuestro<br />
gasto de pensamiento <strong>lo</strong>gramos reducir nuestro gasto de<br />
movimiento para una misma operación, <strong>lo</strong>gro cultural de que<br />
son prueba nuestras máquinas."<br />
Dentro de una <strong>con</strong>cepción unitaria armoniza, pues, que nos<br />
parezca cómico <strong>lo</strong> que en comparación <strong>con</strong> nosotros gasta<br />
en exceso para <strong>su</strong>s operaciones corporales y en defecto para<br />
<strong>su</strong>s operaciones anímicas, y no puede desecharse que en <strong>lo</strong>s<br />
dos casos nuestra risa exprese una <strong>su</strong>perioridad, sentida como<br />
placentera, que nos adjudicamos <strong>con</strong> <strong>relación</strong> al otro. Y<br />
cuando la proporción se invierte en ambos, cuando el gasto<br />
somático del otro es menor y hallamos <strong>su</strong> gasto anímico<br />
mayor que el nuestro, ya no reímos: nos asombramos entonces,<br />
y admiramos.^"<br />
<strong>El</strong> origen aquí elucidado del placer cómico desde la comparación<br />
de la otra persona <strong>con</strong> el yo propio —desde la diferencia<br />
entre el gasto empático y el propio— probablemente<br />
sea el más <strong>su</strong>stantivo en <strong>lo</strong> genético. Pero es seguro que no<br />
ha seguido siendo el único. En algún momento hemos aprendido<br />
a prescindir de tal comparación entre el otro y el yo, y<br />
a procurarnos la diferencia placentera desde un so<strong>lo</strong> lado,<br />
sea el de la empatia, sea el de <strong>lo</strong>s procesos del yo propio, <strong>con</strong><br />
<strong>lo</strong> cual queda demostrado que el sentimiento de <strong>su</strong>perioridad<br />
no posee un nexo esencial <strong>con</strong> el placer cómico. Una comparación<br />
es [empero] indispensable para la génesis de ese placer;<br />
hallamos que esa comparación se establece entre dos<br />
gastos de investidura que se <strong>su</strong>ceden <strong>con</strong> rapidez y se refieren<br />
a la misma operación, y que producimos en nosotros por el<br />
camino de la empatia <strong>con</strong> el otro, o bien hallamos, sin esa<br />
referencia, en nuestros propios procesos anímicos.<br />
<strong>El</strong> primer caso —en el cual, por <strong>con</strong>siguiente, la otra per-<br />
'•• {Aquí y en todo el resto de la obra se emplea en este <strong>con</strong>texto<br />
la palabra alemana «Diljerenz», en lugar de la habitual «Unlcrschicd».<br />
Aquella es la utilizada en matemática y apunta más a una diferencia<br />
cuantitativa que cualitativa.)<br />
•• «Lo que uno no tiene en la cabeza —dice el proverbio— debe<br />
tener<strong>lo</strong> en las piernas».<br />
'" Esta <strong>relación</strong> de oposición que impregna las <strong>con</strong>diciones de <strong>lo</strong><br />
cómico —a saber, que aparezca como fuente del placer cómico ora un<br />
exceso, ora un defecto— ha <strong>con</strong>tribuido no poco a enredar el problema.<br />
Cf. Lipps, 1898, pág. 47.<br />
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