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Islas en la red

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―No<br />

hubiera debido darle de comer.<br />

―¿Le<br />

dio usted comida?<br />

—¡Me lo suplicó! ¡Tuve que hacerlo! Fue una<br />

caridad...<br />

― Laura, no se debe dar de comer nada a algui<strong>en</strong><br />

que ha recibido un tiro <strong>en</strong> <strong>la</strong> barriga.<br />

—¡Maldita sea! No hay nada que se pueda hacer<br />

correctam<strong>en</strong>te <strong>en</strong> una situación como ésta... ― Se<br />

seco furiosa <strong>la</strong>s lágrimas­. ¡Maldita sea, va a morir,<br />

después de todo!<br />

—Aún no está muerta. Ya no falta mucho.<br />

Vámonos.<br />

La cargaron <strong>en</strong> el buggy, tanteando <strong>en</strong> <strong>la</strong> oscuridad.<br />

Sorpr<strong>en</strong>d<strong>en</strong>tem<strong>en</strong>te, Katje empezó a hab<strong>la</strong>r.<br />

Murmullos, <strong>en</strong> inglés y afrikaan. Plegarias. No<br />

quería morir, y estaba ape<strong>la</strong>ndo a Dios. Al Dios loco<br />

que fuera que gobernaba África, como si estuviera<br />

observando y tolerando todo aquello.

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