Islas en la red

pasado el servicio privado de seguridad y dentro del
edificio del banco, lleno aún con el hedor del pánico
y el aroma a heno recién segado de los archivos
destruidos, el resto había sido fácil. Nadie
comprobaba las identidades..., ella no tenía ninguna
que pudiera ser comprobada, ni equipaje tampoco.
Nadie la molesto..., pasaba por la amante eurasiática
de alguien, o quizás alguna exótica tec con ropas
hindúes.
Si los piratas sabían que estaba allí entre ellos, eran
capaces de hacer casi cualquier cosa. Pero Laura
sabía con estremecedora certeza que nunca la
tocarían. No aquí, no ahora, no después de que ella
hubiera conseguido lo que se había propuesto.
No tenía miedo. Se sentía a prueba de balas,
invencible, llena de electricidad. Ahora sabía que
era más fuerte que ellos. Su gente era más fuerte
que la de ellos. Ella podía caminar a la luz del día,
pero ellos no. Ellos pensaban que tenían dientes,