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Islas en la red

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Carlotta se le acercó sobre el húmedo fondo del<br />

bote.<br />

Agitó el brazo al<strong>red</strong>edor de su cabeza.<br />

― Laura, ¿sabe por qué, todo esto? Laura negó con<br />

<strong>la</strong> cabeza.<br />

—Es práctica, eso es lo que es. Cada una de esas<br />

insta<strong>la</strong>ciones ..., ¡podría cont<strong>en</strong>er todo el Banco de<br />

Granada! —Carlotta señaló hacia una extraña<br />

estructura a estribor..., un ap<strong>la</strong>stado huevo<br />

geodésico rodeado de pontones como <strong>la</strong>s alm<strong>en</strong>as<br />

de una fortaleza. Parecía como una pelota de fútbol<br />

ap<strong>la</strong>stada sobre patas de araña pintadas de un<br />

naranja bril<strong>la</strong>nte—. Quizá los ord<strong>en</strong>adores del<br />

Banco estén ahí d<strong>en</strong>tro —insinuó—. ¡Aunque el<br />

Hombre desci<strong>en</strong>da sobre Granada, el Banco<br />

simplem<strong>en</strong>te puede agacharse a un <strong>la</strong>do, como <strong>en</strong> el<br />

judo eléctrico! Toda esa tec oceánica ..., pued<strong>en</strong><br />

alcanzar con unas cuantas zancadas <strong>la</strong>s aguas

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