18.05.2013 Views

Islas en la red

Islas en la red

Islas en la red

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

Su madre besó a <strong>la</strong> niña, luego se puso <strong>en</strong> pie y se <strong>la</strong><br />

t<strong>en</strong>dió. El rostro de Loretta se <strong>en</strong>sombreció y<br />

pareció prepararse para echarse a llorar.<br />

—Oh­oh ― dijo Laura alegrem<strong>en</strong>te. Aceptó un<br />

rápido y torpe abrazo de su madre—. Adiós.<br />

—L<strong>la</strong>mame.<br />

—De acuerdo. ― Acunando a Loretta para<br />

tranquilizar<strong>la</strong>, Laura observó a su madre marcharse,<br />

fundirse con <strong>la</strong> multitud <strong>en</strong> <strong>la</strong> rampa de salida. Una<br />

desconocida <strong>en</strong>tre <strong>la</strong>s demás. Es irónico, p<strong>en</strong>só<br />

Laura. Había estado aguardando aquel mom<strong>en</strong>to<br />

desde hacía siete días y, ahora que lo t<strong>en</strong>ía allí,<br />

dolía. Un poco. De alguna manera.<br />

Laura miró su relófono. T<strong>en</strong>ía una hora por de<strong>la</strong>nte<br />

antes de que llegaran los granadinos. Se dirigió a <strong>la</strong><br />

cafetería. La g<strong>en</strong>te <strong>la</strong>s miraba, a el<strong>la</strong> y a <strong>la</strong> niña. En<br />

un mundo tan atestado de viejos, los niños pequeños<br />

eran una novedad. Incluso los desconocidos

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!