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Islas en la red

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distorsiones eléctricas..., arruuuh, sonidos lobunos.<br />

Ahora Bing estaba produci<strong>en</strong>do un espantoso ruido<br />

de fondo, hub hub hub, como si estuviera respirando<br />

por una herida <strong>en</strong> el pecho. Aquel loco ruido se<br />

infiltraba <strong>en</strong> torno de los com<strong>en</strong>sales, pero nadie<br />

parecía prestarle at<strong>en</strong>ción.<br />

Laura se volvió hacia el hombre con tres plumas a<br />

su izquierda. El tipo estaba agitando los dedos ante<br />

el arnés de Loretta, y adoptó una expresión de<br />

culpabilidad cuando el<strong>la</strong> le preguntó al respecto.<br />

—¿ La música? La l<strong>la</strong>mamos digit­Ital..., dig­ital...,<br />

veamos, D.J.­Ital... La hacemos aquí <strong>en</strong> el barco. —<br />

Sí, le estaban haci<strong>en</strong>do algo horrible al pobre viejo<br />

Bing mi<strong>en</strong>tras él no miraba. Sonaba como si su<br />

cabeza estuviera hecha de p<strong>la</strong>nchas de metal.<br />

Ahora B<strong>la</strong>ize y Andrei estaban dándole a David una<br />

confer<strong>en</strong>cia sobre dinero. El rublo granadino.<br />

Granada t<strong>en</strong>ía una economía cerrada, libre de dinero<br />

<strong>en</strong> efectivo; todo el mundo <strong>en</strong> <strong>la</strong> is<strong>la</strong> poseía tarjetas

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