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Arrancame la vida

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en el box. Emilio se defendía, pero no era hábil. Lilia los miró acodada en<br />

<strong>la</strong> ventana junto a su padre, comiéndose <strong>la</strong>s uñas.<br />

-Usted qué llora. Póngase contenta -dijo Andrés. Pero el<strong>la</strong> no aguantó. Se<br />

fue de <strong>la</strong> ventana, se amarró <strong>la</strong> bata y apareció de pronto en <strong>la</strong> puerta,<br />

caminando hacia los muchachos. Sin más se metió entre los dos.<br />

Emilito jadeaba con <strong>la</strong> corbata en <strong>la</strong>s narices. Uriarte jaló a Lilia y <strong>la</strong><br />

abrazó. Un segundo más tarde apareció Andrés en <strong>la</strong> puerta l<strong>la</strong>mándo<strong>la</strong>.<br />

La niña se desprendió de Javier y volvió a <strong>la</strong> casa. Pasó junto a su padre<br />

y subió hasta el corredor desde el que yo miraba.<br />

-Lo va a matar -dijo sin lloridos como a tu Carlos, lo va a matar.<br />

-Fuimos abrazadas de <strong>la</strong> cintura al cuarto en que dormía. ahí estaban sus<br />

hermanas y los niños mirando por <strong>la</strong> ventana.<br />

La recibieron con un ap<strong>la</strong>uso. Vimos a Andrés palmearle <strong>la</strong> espalda a<br />

Emilito. Javier y sus amigos se fueron caminando hacia <strong>la</strong> fuente de los<br />

muñecos y en unos minutos <strong>la</strong> calle volvió a quedar muda.<br />

La semana siguiente Uriarte l<strong>la</strong>mó a Lilia. Desde el teléfono de <strong>la</strong><br />

recámara el<strong>la</strong> le dijo:<br />

-No puedo. Vino mi papá.<br />

Al rato oímos <strong>la</strong> moto. Javier dio vueltas a <strong>la</strong> casa tocando el c<strong>la</strong>xon hasta<br />

que el<strong>la</strong> le tiró un papel que cayó entre su camisa y su chamarra. «Te<br />

quiero», decía.<br />

Pasaron como seis meses en los que se negó a hab<strong>la</strong>r con Emilio. Seis<br />

meses anduvo como iluminada metida en un noviazgo que terminó<br />

cuando Javier se fue a una barranca con todo y moto. Nadie supo cómo,<br />

pero no salió vivo.<br />

Los padres recogieron el cadáver y lo enterraron en el Panteón Francés.<br />

No hubo más escándalo. Yo acompañé a <strong>la</strong> niña al panteón y <strong>la</strong> dejé llorar<br />

y pedir perdones quién sabe por qué.<br />

Al poco tiempo Emilito se presentó a hab<strong>la</strong>r con el general Ascencio.<br />

Andrés lo recibió en su despacho. Extraño despacho, <strong>la</strong>rgo como un<br />

pasillo, con sil<strong>la</strong>s de montar de un <strong>la</strong>do y trajes de torero, charro y<br />

andaluz, del otro. Al fondo, el gran escritorio de cortina lleno de puros y<br />

encendedores. Tenía como cuatrocientos encendedores de todos los tipos<br />

y mientras oía hab<strong>la</strong>r a quienes le trataban asuntos, los iba encendiendo<br />

uno por uno para entretenerse.<br />

Cuando terminaron de hab<strong>la</strong>r me l<strong>la</strong>mó y dijo: -Lili se va a casar con<br />

Emilio A<strong>la</strong>triste en unos meses. Díselo y arreg<strong>la</strong> todo.<br />

Sonreí y tomé del brazo a Emilito. Fuimos hasta Lilia y el jardín.<br />

CAPÍTULO XXI<br />

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