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a mis niños. Imagínense en manos de quién, igual me los mata.<br />
-Eso de los hijos es problema de cada quien -dije yo.<br />
-Ay, Catalina, qué cosas dices. ¿Ves cómo eres mujer de político? ¿Y por<br />
qué te cortaste el pelo? -preguntó meneando su melena de <strong>la</strong>do a <strong>la</strong>do.<br />
¿Qué opinó tu papá? A ti <strong>la</strong> opinión de tu papá te importa mucho,<br />
¿verdad? El otro día estuvo comiendo en <strong>la</strong> casa y no hizo más que hab<strong>la</strong>r<br />
de ti.<br />
-¿Mi papá comió en tu casa? -dije espantada.<br />
-C<strong>la</strong>ro, es el representante del señor gobernador en unos negocios que<br />
está haciendo con Julián. ¿No te ha contado que se va a hacer rico?<br />
Detesté <strong>la</strong> idea de que mi padre entrara a hacer nada con el marido de<br />
Marilú y como representante de Andrés.<br />
-No lo sabía -dije como una le<strong>la</strong>.<br />
-Seguramente quieren darte <strong>la</strong> sorpresa. Ni digas que te conté -dijo el<strong>la</strong><br />
mirando a <strong>la</strong>s demás que empezaban a estar felices con el chisme.<br />
-No te preocupes -dije. ¿Te pintaste más c<strong>la</strong>rito el pelo?<br />
-No me lo pinto. Estuvimos en <strong>la</strong> p<strong>la</strong>ya y se me ac<strong>la</strong>ra con el sol.<br />
-A mí no me gustan <strong>la</strong>s p<strong>la</strong>yas -dijo Luisita Rivas, hay que desvestirse y<br />
luego meterse a una agua con tierra y sal en <strong>la</strong> que se baña todo el<br />
mundo. Me da asco el mar.<br />
-Ay no, Luisita. Me va a perdonar, pero es divino el mar -dijo otra de <strong>la</strong>s<br />
mujeres. Aproveché el cambio de tema para levantarme en busca de<br />
Andrés.<br />
Estaba en el centro del círculo que hacían los hombres para conversar<br />
parados, con sus vasos de whisky en <strong>la</strong> mano y tirando <strong>la</strong>s cenizas donde<br />
mejor les parecía. Andrés fumaba puro, cuando llegué roía <strong>la</strong> punta de<br />
uno antes de prenderlo.<br />
-¿Me permites un momento? -dije.<br />
-¿Es urgente? -contestó él, que tenía <strong>la</strong> pa<strong>la</strong>bra y detestaba soltar<strong>la</strong>.<br />
-Si, es una cosa simple, pero urgente.<br />
-Vamos a ver <strong>la</strong> cosa simple de <strong>la</strong> señora -dijo. Con permiso, señores.<br />
Me colgué de su brazo como si fuéramos a dar un paseo <strong>la</strong>rgo, lo llevé<br />
fuera de <strong>la</strong> sa<strong>la</strong>, atravesamos el comedor y quería yo seguir cuando me<br />
detuvo:<br />
-¿Qué pasa?<br />
-No quiero que metas a mi papá en tus cosas. Déjalo que viva como<br />
pueda, no se ha muerto de hambre, no lo revuelvas -dije.<br />
-¿Para eso me interrumpiste? ¿Por qué no miras si ya está <strong>la</strong> cena? ¿Y<br />
desde cuándo los patos les tiran a <strong>la</strong>s escopetas? -dijo riéndose. ¿Por qué<br />
te cortaste mi pelo?<br />
Lo odiaba cuando se portaba como mi patrón.<br />
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