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Tirsillo y que me quería separar de Odi y todo. Entonces resultó que<br />
Raquel le da masajes a una señora que regentea una casa de ésas para<br />
medirse, el<strong>la</strong> le había contado a Raque que mi marido le contrató <strong>la</strong> casa<br />
para despedir de soltero al hermano del gobernador Benítez. Ya sabes,<br />
¿no?<br />
-Si, c<strong>la</strong>ro. ¿A ese también le viste todo?<br />
-A todos les vi todo. Si, <strong>la</strong> Brusca se portó divina. Me disfrazó de puta<br />
enferma. Porque dice que siempre les gusta que haya atractivos caros.<br />
Inventó que tenía yo todo el cuerpo quemado y me vendó hasta <strong>la</strong> cara y<br />
desde <strong>la</strong>s piernas, me sentó a media casa hecha una momia. Tuve que<br />
pasarme así todo el tiempo, apenas podía yo respirar.<br />
-Estás inventando.<br />
-Te lo juro. Llegaron todos juntos. Era su fiesta. Había mujeres pero no<br />
les hacían caso. Nada más estaban ahí como <strong>la</strong>s copas. Yo fui <strong>la</strong> que más<br />
los atrajo. «Pobre putita y ahora de qué vas a vivir», me decían. Y yo<br />
muda nada más bajaba los ojos. Odilón no se fijó mucho en mi. Le dio<br />
coraje que me hubieran puesto en medio.<br />
-Llévense esta miseria que nada más lo entristece a uno -acabó diciendo<br />
mientras le sobaba <strong>la</strong>s nalgas a una chiquita. A ver el novio, que enseñe<br />
el instrumento -ordenó. Que te lo enseñe a ti -dijo ja<strong>la</strong>ndo de <strong>la</strong> mano a<br />
una güera y se <strong>la</strong> puso enfrente. La güerita, ¿tú crees que se amedrentó?<br />
-Enséñamelo, chulo -le dijo.<br />
Y el novio ahí mismito se quitó los pantalones. Todos ap<strong>la</strong>udieron.<br />
-A ver, que se lo pare, que se lo pare -gritaron.<br />
La güerita como quien bate un choco<strong>la</strong>te se puso a sobarle el pito.<br />
Muy bien. Tremendo chafalote, cuñado -dijo Victoriano Velázquez el<br />
hermano de <strong>la</strong> novia.<br />
-Tremendo tremendo -gritaron los demás. Parecían niños a <strong>la</strong> hora del<br />
recreo.<br />
-¿Y se encueraron todos?<br />
-Todos. Hasta mi pobre marido que ya está de dar pena.<br />
-¿Y tú viendo? ¡Qué maravil<strong>la</strong>!<br />
-Ni creas. Eran demasiados putos. Da emoción uno, pero no una bo<strong>la</strong> de<br />
encuerados. Estaban ridículos. Se contoneaban. Se paraban cadera con<br />
cadera y a ver a quién le llegaba más lejos <strong>la</strong> cosa. Muy tondo todo. No vi<br />
en qué acabó porque Odilón se puso terco con que yo daba pena y obligó<br />
a <strong>la</strong> Brusca a sacarme de ahí.<br />
-¿Te sacaron? ¿Pero qué más viste? ¿Se cogen a <strong>la</strong>s mujeres de<strong>la</strong>nte de<br />
los otros?<br />
-Hasta que yo estuve, no. Nada más <strong>la</strong>s tienen ahí para darse ánimos. La<br />
cosa es entre ellos, <strong>la</strong> hacen para jugar ellos, para verse los pitos ellos, y<br />
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