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de tomarlo salí a cenar con Alonso y estuve con él hasta <strong>la</strong> madrugada. Me<br />
reí mucho y en ningún momento tuve sueño. A mí también me sentó el té<br />
de Carme<strong>la</strong>, pero a <strong>la</strong> mañana siguiente no lo tomé. Andrés sí quiso más,<br />
esa mañana y muchas otras hasta que llegó el día en que sólo eso pudo<br />
desayunar.<br />
Despertaba mentando madres contra su compadrazgo y el tiempo que se<br />
dedicó a comp<strong>la</strong>cer al Gordo Campos, y se estaba tirado en <strong>la</strong> cama rumiando<br />
<strong>la</strong> derrota del día anterior y p<strong>la</strong>neando algo nuevo contra Martín<br />
Cienfuegos hasta que yo endulzara su té de hojas verdes.<br />
Un día, después de beberlo, le pidió a su ayudante los periódicos porque,<br />
según dijo, tenía un presentimiento. Algo ha de haber sabido desde antes<br />
pero fingió sorprenderse al mostrarme lo que aparecía en todas <strong>la</strong>s<br />
primeras p<strong>la</strong>nas. La Procuraduría General de <strong>la</strong> República a cargo de un<br />
licenciado Rocha que era súbdito fiel de Cienfuegos, había desenterrado<br />
el caso de <strong>la</strong> desaparición y muerte del licenciado Maynez en Pueb<strong>la</strong>.<br />
Según decía <strong>la</strong> información, a solicitud de su hija Magdalena quien<br />
aseguraba que el autor del crimen era el entonces gobernador del estado,<br />
general Andrés Ascencio.<br />
Todos los testigos que años antes se contentaron con ir a los rosarios<br />
aparecían dec<strong>la</strong>rando cómo era el coche que secuestró al licenciado cerca<br />
del cine, cómo el tono de su voz pidiendo auxilio por <strong>la</strong> ventana, cuántos<br />
los casos que había ganado litigando en contra de los intereses del<br />
gobernador. Magda contaba <strong>la</strong> mañana que nos encontramos en<br />
Cuernavaca, asegurando que había visto discutir a su padre con Andrés<br />
Ascencio y lo había interrogado sobre <strong>la</strong>s causas. Su padre le había<br />
hab<strong>la</strong>do del interés que el gobernador tenía por los terrenos del hotel y<br />
balneario Agua C<strong>la</strong>ra y le había prohibido defender a los dueños del<br />
embargo. Decía Magda que el licenciado no sólo rechazó <strong>la</strong> prohibición<br />
sino que se negó a aceptar el treinta por ciento del costa de los terrenos<br />
que el gobernador le ofreció por perder el pleito. Entonces -concluía fue<br />
cuando lo amenazó de muerte.<br />
Andrés se levantó gritando maldiciones y yo todavía estaba con los<br />
periódicos sobre <strong>la</strong>s piernas cuando el ayudante entró con un citatorio de<br />
<strong>la</strong> Procuraduría.<br />
-Estos son más pendejos que cabrones -dijo Andrés. Como si no les<br />
supiera yo ninguna,<br />
Se sirvió otra taza de té y fue a bañarse chif<strong>la</strong>ndo. Salió de <strong>la</strong> regadera<br />
eufórico y enrojecido. Por supuesto no se dirigió a <strong>la</strong> Procuraduría sino a<br />
buscar a Fito.<br />
Quién sabe qué hab<strong>la</strong>rían, el resultado fue que al día siguiente los<br />
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