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Arrancame la vida

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Al rato despertó, puso <strong>la</strong> mano sobre mis piernas y empezó a acariciarme.<br />

Abrí los ojos, le guiñé uno, fruncí <strong>la</strong> nariz.<br />

-¿Por qué no te levantas y le hab<strong>la</strong>s a Cabañas? -dijo. Me duele una<br />

pierna.<br />

-A Téllez, ¿no?<br />

-A Cabañas Catalina, no estoy para perder el tiempo.<br />

Cuando Cabañas llegó, Andrés tenía entumidas <strong>la</strong>s dos piernas y hab<strong>la</strong>ba<br />

despacio.<br />

-¿Trajiste el dos Cabañas? -dijo haciendo un esfuerzo.<br />

-Sí general, los traje todos.<br />

-Dame el dos.<br />

-¿Qué es el dos? -pregunté.<br />

No me contestó. Empezó a firmar con su eterna pluma fuente de tinta<br />

verde.<br />

Un rato después se murió.<br />

CAPÍTULO XXVI<br />

L<strong>la</strong>mé a sus hijos. Alguien le avisó a Rodolfo que llegó como a <strong>la</strong>s once de<br />

<strong>la</strong> noche. Entró con su barriga, su lentitud y su cauda a querer dirigir:<br />

-Vamos a llevarlo a Zacatlán.<br />

-Como tú quieras -contesté.<br />

-El así ordenó.<br />

-Le creo señor Presidente, vamos a llevarlo a Zacatlán.<br />

-Te agradezco <strong>la</strong> co<strong>la</strong>boración. Ya sé del testamento.<br />

-No hay qué agradecer. Espero hacerlo bien.<br />

-Si tienes problemas cuenta conmigo -dijo.<br />

-Quiero contar contigo para no tenerlos –contesté.<br />

-No te entiendo, era como mi hermano, eres su mujer ¿Qué quieres que<br />

haga?<br />

-Que no te metas, que no me ayudes, que no hagas tratos con <strong>la</strong>s otras<br />

viudas. Todas recibirán lo suyo, pero tendrán que venir conmigo para<br />

recibirlo.<br />

-¿Quiénes son <strong>la</strong>s otras viudas?<br />

-Compadre, no estás hab<strong>la</strong>ndo con tu mujer. Sé perfectamente quiénes<br />

son <strong>la</strong>s otras viudas y cuántos son los hijos que no han vivido con<br />

nosotros. Sé qué haciendas son para unos, qué casas para otros.<br />

Sé qué negocios, qué dinero, hasta qué reloj y qué mancuernil<strong>la</strong>s son<br />

para quién.<br />

Se quedó cal<strong>la</strong>do, asintió con <strong>la</strong> cabeza y fue a pararse a un <strong>la</strong>do de <strong>la</strong> caja<br />

gris. Intentó una cara de pena pero le ganó el gesto de aburrimiento que<br />

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