Descargar Ilustres conocidos (pdf) - Municipalidad de Morón

A pesar de dedicar su vida a esta zona, usted no
es de Morón. ¿Dónde nació? En Ushuaia, Tierra del
Fuego. Mi abuelo era italiano y emigró al sur del país.
Era comisario, y mi abuela atendía partos. Papá era el
guardaparques, igual que dos hermanos míos. Hice la
escuela primaria en Ushuaia, pero como no había secundario
tuve que trasladarme a General Roca, en Río
Negro. Allí estudié en un colegio Saleciano y me recibí
con medalla de oro, lo que hizo que el pueblo me otorgara
una beca por tres años para cursar medicina donde
yo quisiera. Elegí Buenos Aires, pero todos los veranos
me volvía a trabajar en la cosecha de la fruta. Con el dinero
de la beca podía pagar la pensión, y con lo que ahorraba
en el verano me pagaba los libros.
¿Qué lo motivó a dedicarse a la medicina? Desde
chico siempre quise estudiar eso. En la primaria ya era
parte de la Cruz Roja, y cuando estaba en el secundario
los médicos del pueblo me llevaban a ver operaciones:
quería ser cirujano para curar todo. Pero
la vida me enseñó que no, que la cirugía no cura todo.
Entonces me tuve que actualizar en lo referido a los anticuerpos.
Mientras estudiaba ingresé como practicante al
Hospital Municipal de Morón Ostaciana B. de Lavignolle,
y dormía en el suelo porque no había camas. Eramos cinco
practicantes y un médico de guardia.
¿Qué especialidad siguió cuando se recibió? Entré
al servicio de cirugía para hacer la especialidad. Allí el
jefe me dijo que yo debía operar al próximo paciente que
se presentara con una emergencia. Recuerdo que a las
12 de la noche vino la hija del dueño de la cantina que
estaba frente al hospital con una apendicitis severa.
Estuve dos horas operando; cuando terminé mi jefe me
dio un abrazo y me dijo: "Ahora ya sos un cirujano".
El Hospital seguramente era muy distinto al actual.
Sí, era como una quinta. Nunca fue pensado como hospital
porque todo comenzó en una casa de familia que
se fue ampliando a partir de distintos espacios que iban
surgiendo o eran donados. Entonces primero hicieron la
maternidad, después se hizo la sala de clínica y luego
cirugía pediátrica.
¿Qué cargos llegó a desempeñar? Respecto a mi carrera,
en cirugía seguí ascendiendo y llegué a ser jefe
del área. Durante tres años fui también director asociado.
En ese momento se inauguró terapia intensiva, se puso
el tanque de agua y el grupo electrógeno que generaba
energía hasta un máximo de 24 horas. El Hospital me dio
gratos momentos, y por ejemplo allí conocí a mi esposa,
que colocaba inyecciones. Compramos una casa, nos casamos
en 1967 y tuvimos tres hijos: un varón y dos nenas.
Mis dos hijas nacieron acá porque no tenía auto ni
teléfono, y la calle era de tierra. Yo mismo atendí los dos
partos. Años más tarde dejé el hospital. Gracias a mi formación
como médico generalista pedí el pase e inauguré
la sala San Francisco, en Morón sur.
Leímos en algún lugar que usted atendía totalmente
solo en esa sala. Efectivamente. Primero me las tuve
que arreglar solo, pero por suerte después me mandaron
una obstetra, una psicóloga y un dentista. Lentamente
la San Francisco fue creciendo. Fue un avance muy importante
el hecho de que comenzara a circular una línea
de colectivos por el barrio, porque muchas veces la
gente tenía que ir caminando con el nene en brazos. Yo
siempre digo que salud no es solamente la pastilla
o el médico, es todo el contexto, y por eso hay
que preocuparse por el entorno. Una vez pasaba el
muchacho que barría las calles, lo llamé y le dije “esta
también es tu sala, si tenés frío, necesitás pasar al baño,
tomar un café o en verano querés algo fresco, entrá.
Vos trabajás tanto como yo con la salud, porque vos barrés
la calle”.
¿Por qué son importantes los centros de atención
primaria? Porque la atención primaria es la base de la
medicina. La medicina por un lado es promoción: la gente
tiene que enterarse de las soluciones que existen a sus
problemas. Y por otro es prevención: vacunar, tener cloacas,
luz eléctrica. Existen situaciones que se pueden evitar.
Yo atendí gente en la sala de operaciones que murió
porque tocó un cable pelado del bombeador un día de lluvia.
Si tengo un paciente diabético le hago el test a toda
la familia, así estoy evitando un futuro ciego, o un enfermo
coronario o renal.
¿Y los servicios en qué consistían? Dábamos charlas
semanales de educación para la salud a jubilados, diabéticos,
obesos e hipertensos. Salía a caminar con ellos
una vez por semana. Previo a la caminata, los pesaba, les
medía la glucosa y al volver comparaba los valores. Luego
I L U S T R E S C O N O C I D O S • 1 0 3