Descargar Ilustres conocidos (pdf) - Municipalidad de Morón

¿Es bonaerense? Sí, nací en Lincoln en 1924. Eramos
cinco mujeres y un varón, y vivíamos en Carlos Tejedor,
cerca de La Pampa. Tuve una adolescencia muy linda. Mi
padre era jefe de estación de tren y mi madre se dedicaba
a la costura, en una familia que disfruté mucho
hasta que me casé. A mi marido lo conocí en el pueblo,
era diez años mayor que yo. Bailaba con mis hermanas,
tenía más trato con ellas que conmigo, y una vida medio
triste de niño porque vino huérfano de España.
Trabajaba en una panadería, y luego de un tiempo se vino
a vivir a Morón. Nuestras madres eran muy amigas, nos
empezamos a ver y terminamos casados, matrimonio que
duró 56 años. Se llamaba Francisco Luis Rodríguez
Bajo.
¿Dónde estudió para ser maestra? Me recibí en
Bragado, porque mi padre se mudaba muchísimo. Cuando
vinimos a Buenos Aires ejercí en varias escuelas en la
zona de Morón. A mi padre lo trasladaron a Caballito
pero nos establecimos en Castelar, en la calle Drago.
Después de algunas suplencias tuve mi primer grado
en la Escuela N° 1, que ahora es la Especial N° 501. Pero
después me pasaron a la Escuela N° 19 y terminé en la
N° 66 como vicedirectora. En la N° 1 aprendí muchísimo.
También estudié Filosofía y Letras pero no pude terminar
la carrera porque nació mi primer hija. Además me
perfeccioné en inglés y francés, e hice cursos de taquigrafía
y dactilografía.
¿Qué recuerda de sus primeros comienzos? ¿Cómo
eran los chicos? A mí me tocó una época en la que
los hombres y mujeres estudiaban en cursos separados.
Así que mis comienzos fueron bastante dolorosos,
porque tuve que iniciarme con los varones. Una vez que
los dominé, me encantó. A veces la directora me encontraba
llorando y me decía: “No llores que ya vas a
aprender”. Y yo me preguntaba cómo. Imaginate que estaba
al frente de cuarenta muchachos. Es muy duro el
iniciarse como maestra; no sólo está lo que uno enseña,
sino cómo puede llegar a ellos con lo que transmite
y con la disciplina.
Sabemos que tiene una gran colección de caracoles
y fósiles. ¿Cómo nació ese hobby? Siempre me
gustó todo lo que fuese “curioso”, y desde que empecé a
trabajar en la escuela esas cosas me llamaron la atención.
Incluso hice cursos de Ciencias Naturales para entender
muchas cosas. Mi colección posee conchillas, huevos de
pescado que a los chicos les encanta y se los hago pintar,
almejas, vértebras de ballenas, huesos petrificados,
uñas, corales, artesanías del norte, fósiles de cangrejos
y flores de palmeras. También tuve insectos.
Y aprovecha esa inclinación para seguir haciendo
docencia. Claro. Doy charlas de ciencias naturales en
las escuelas, y llevo mis cosas. Hay chicos que ni siquiera
saben lo que es una almeja, porque el mar es un misterio
desconocido totalmente para nosotros. Al ver eso uno
se da cuenta de la inmensidad de la vida submarina.
Venían a casa muchísimos alumnos interesados, pero
tuve que dejar de recibirlos porque mi esposo se enfermó
y me dediqué a su cuidado. De cualquier manera este
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