Descargar Ilustres conocidos (pdf) - Municipalidad de Morón

Pablo II me nombró en Morón. Era muy joven, tenía 45
años. En esa época era inútil hablar con los militares.
En mi caso, pude ayudar a tres hombres. Uno de ellos,
que tenía 6 hijos, cuando se asustó vino a verme y lo
escondí seis meses en la parroquia. Hasta que Jorge
Casaretto lo llevó a la embajada de Venezuela.
¿Cómo recibió su designación en el obispado de
Morón? Fue una experiencia muy bella que me permitió
conocer a mucha gente. En el momento de quedar libre
el Obispado me llamaron del distrito para hacerme
cargo de la diósesis. La región en ese entonces era tremendamente
grande, y mi trabajo abarcaba Ituzaingó,
Hurlingham, Merlo y Moreno. Al llegar me llamó mucho
la atención el estado de la curia. Lo que me sorprendió
fue que Miguel Raspanti (obispo anterior a Laguna)
vivía en condiciones muy precarias. Era un hombre extraordinario,
un verdadero titán apostólico, pero muy austero;
el contraste con San Isidro era notable. Al año
fundamos el Seminario de Morón, porque el más próximo
era en Hurlingham.
llegar a Morón, y de esa manera saltar al andén.
Efectivamente lo hizo. Nos tiramos con Casaretto.
¿Conocía Morón antes de ser obispo? Creo que había
estado una vez en Haedo, invitado por monseñor
Raspanti a dar una charla sobre el Documento de Puebla
(resultado del trabajo de los obispos de Latinoamérica
durante la Tercera Conferencia General del Episcopado
Latinoamericano en México, en 1979), lugar donde estuve.
Luego del evento me llevó a conocer el Obispado
y la Catedral.
¿Actualmente qué actividades desarrolla? Tomo
confesiones en la capilla de la Universidad del Salvador
tres veces por semana, y a la mañana camino una hora
por el barrio. Hace poco terminé con el rabino Sergio
Bergman un libro que se llama Todos los caminos conducen
a Jerusalén y a Roma, que fue traducido al inglés
para presentarlo en Miami y Nueva York. También trato
de ver una película todos los días, y leo mucho. Es mi
forma de pasar el tiempo.
¿Hay alguna anécdota que puede destacar de su
estadía en Morón? En 1982, cuando el papa Juan Pablo
II vino a la Argentina, yo tomé el tren con él desde Morón
a Luján. Fue un viaje muy placentero, porque el Papa
era muy simpático. A la vuelta, cuando el tren pasó por
Morón, quería bajarme, pero Juan Pablo justo se había
quedado dormido y las directivas eran que el tren siguiera
hasta la Capital. Entonces, para no despertarlo,
le pregunté al maquinista si podía bajar la velocidad al
I L U S T R E S C O N O C I D O S • 8 7