Descargar Ilustres conocidos (pdf) - Municipalidad de Morón

¿Cómo se desarrolló su niñez? Nací en el Hospital
Rivadavia, de la Capital, y viví junto a mis siete hermanos
en el barrio de Chacarita. Después construimos
nuestra casa en la localidad de Villa Maipú. Mi papá
era músico, contrabajista. Se dedicó mucho tiempo a la
música popular, y estuvo en orquestas de tango con
(Julio) Decaro, (Osvaldo) Fresedo y (Juan de Dios)
Filiberto. Trabajó en confiterías y después entró en la
banda de policía de La Plata, donde tocó durante mucho
tiempo. Yo fui el último de los hermanos que empezó a
trabajar. Al terminar la escuela entré al Conservatorio y
luego a la Sinfónica Nacional, cuando tenía 20 años.
¿La motivación musical fue propia o impulsada por
su familia? A los 9 años empecé a estudiar violín por pedido
de mi papá. A mí me tocaba ese instrumento y a otros
de mis hermanos el chelo o el contrabajo. Más adelante
el único que continuó dedicándose a la música fui yo. Mi
padre era amigo de quien fue mi maestro de toda la vida,
Humberto Carfi, que me regaló su violín en mi
cumpleaños. Ellos se conocieron trabajando en una
orquesta de la confitería del Hotel Castelar.
¿Y en la actualidad sus hijos se dedican a la
música? En el Conservatorio de Morón conocí a mi
mujer, porque ella era profesora de piano. Por lo tanto,
conformé una familia de músicos, pero a mis once nietos
no les interesa la música clásica, les gusta más el
rock. Ahora ya hace más de 35 años que vivimos juntos
en Haedo.
¿Cómo comenzó su carrera docente? Acá en Morón
funcionaba la Escuela de Arte Nativo. En la década del
sesenta, el entonces intendente Albistur Villegas se
contactó con la directora del conservatorio de La Plata
para que lo ayudara. En ese momento era una escuela de
música y danza, luego se dividió y la parte de danza quedó
a cargo del Municipio, y la de música bajo la órbita de la
Provincia. Ahí empecé mi carrera de docente. Paralelamente
formé parte de la Sinfónica Nacional, cuya sede
era el Teatro Cervantes. Hacíamos giras y tocábamos con
grandes directores. La orquesta estaba compuesta por 16
violines primeros y 16 violines segundos. Yo entré como
décimo cuarto segundo violín. Pero el nombramiento lo
tuve en 1956, seis años después de ingresar. Me encantaba
formar parte de la Orquesta, pero esa labor la
equiparaba con otros trabajos para poder vivir. Por eso,
además de la enseñanza siempre buscaba otras cosas,
como hacer música para películas.
¿Qué edad es buena para empezar a aprender
música? Yo creo que el momento adecuado son los 9
años, porque los chicos a esa edad aprenden rápido. Me
acuerdo una vez que un nene de 5 años venía de contrabando
al conservatorio, porque se podía ingresar recién
a los 9. Su madre era concertista y lo traía. El nene tenía
un libro donde no sólo estaba escrita la música, sino que
había palabras. Un día me enojé porque no había estudiado,
y le dije: "¿no ves lo que dice ahí?". Me miró y me
dijo que no sabía leer, pero entendía todo lo musical de
una manera extraordinaria.
¿Su trabajo en la Orquesta era complicado? Sí, era
bastante pesado porque iba todos los días. Ensayábamos
durante la mañana, y teníamos dos conciertos
que podían ser los miércoles y los viernes. Parece
curioso, pero no participábamos en funciones los fines
de semana. Nos reíamos de los colegas del Colón,
porque pasábamos los sábados a la tarde y los veíamos
esperando para entrar. Yo estuve dos años en ese
teatro, ejerciendo una suplencia. Ahí me dí cuenta del
trabajo que demandaba. Encima, a toda esa labor tenía
que sumarle las 34 horas de clase que desempeñaba
en el Conservatorio. Cuando pasó a depender de la
Provincia era el mejor, por el plantel de profesores con
que contaba. En 1988, durante la intendecia de (Norberto)
García Silva, formé una orquesta en la que estaba
Edgardo Lettieri. Se llamaba "Cuerdas del
Municipio de Morón". Con el tiempo, esa agrupación
pasó a tener veinte integrantes. Hacíamos música
clásica, pero también música popular, tango y folclore.
Además tocába-mos temas de Los Beatles. Ensayábamos
dos veces por semana, y llegamos a hacer
22 conciertos por año, que no eran al aire libre, sino en
escuelas. Brindamos shows en la Catedral y en el
Museo de Morón. Y después hicimos un ciclo de
conciertos en la Universidad de Morón, que se convirtió
en rutina y derivó en una presentación formal por
mes. Pasamos a depender de esa Universidad, y en la
actualidad el grupo es autónomo. Yo soy el director,
pero ese lugar es muy particular, porque toco con el
resto de los integrantes. La idea es que las presenta-
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